<p>Esta mañana, cuando estaba a punto de empezar una ronda de entrevistas para promocionar la última película que he hecho, me ha llegado un mensaje de mi hijo. <strong>En él he leído por primera vez que </strong><a href=»https://www.elmundo.es/cultura/2024/12/17/67612971e9cf4a0b028b457d.html»><strong>Marisa Paredes había muerto</strong></a>. </p>
Marisa Paredes y Antonio Resines solo trabajaron en una película, Ópera prima, de Fernando Trueba, cuando ellos eran jóvenes y ella era una veterana del teatro, la televisión y el cine
Esta mañana, cuando estaba a punto de empezar una ronda de entrevistas para promocionar la última película que he hecho, me ha llegado un mensaje de mi hijo. En él he leído por primera vez que Marisa Paredes había muerto.
Lo primero que he hecho es intentar confirmarlo porque me ha resultado tan extraño, no me creía qué podía haber pasado. No lo entendía.
Lo primero que he hecho es mandarle un abrazo fuerte a Chema Prado, con quien ha compartido 40 años de vida, y él me ha respondido con un mensaje cariñosísimo.
Lo segundo que he hecho es recordar la primera película que hice, que el próximo año cumplirá 45 años, que era Ópera prima (1980), en la que también debutaba como director Fernando Trueba y en la que estaba Marisa Paredes. Yo no había hecho más que algún cortometraje y ella ya era una actriz reconocida e importante. Mientras nosotros solo estábamos empezando, Marisa ya hacía de todo y había pasado por escenarios de teatro, platós de televisión y, por supuesto, un montón de rodajes de cine. Y yo compartía una escena con aquella mujer.
Cada vez que nos veíamos tiempo después siempre me decía lo mismo, que de dónde habíamos salido, que parecíamos una panda de tarados. Hay que decir también que sin esa primera película que compartimos con ella, muchos no estaríamos hoy aquí. Ese es el primer recuerdo que yo tengo de Marisa Paredes. El de una actriz reconocida y admirada entre todos nosotros.
Luego nos volvimos a ver muchísimas veces (ambos fuimos presidentes de la Academia de Cine), pero curiosamente nunca tuvimos la suerte de volver a coincidir en ninguna película ni tampoco en ninguna obra de teatro. Lo que sí conservo es un magnífico recuerdo de ella, de cómo estuvo ligada a los que fueron mis inicios en este mundo.
La última vez que la vi fue en un funeral, justo hace un año, en el de Concha Velasco, en el Teatro de La Latina, aquí en Madrid, y nunca se me hubiese ocurrido ni por asomo que fuera a ocurrir este desenlace tan inesperado y tan terrible.
Hemos perdido a una gran persona y a una excelente actriz.
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