Y las chicas Almodóvar lloraron a Marisa Paredes a las puertas de su casa: «Se ha ido nuestra brújula. Es una reina»

<p>Amaneció la plaza de Santa Ana envuelta en la grisura del invierno madrileño para despedir a las puertas de la que siempre será su casa a<strong> Marisa Paredes.</strong> Y, como si de una analogía de su nacimiento se tratara, a escasos metros del Teatro Español en el que se la ha despedido, el sol fue disipando las nubes bajas. Cuando el féretro, después de dos intensas horas de capilla ardiente, salió entre la ovación cerrada de los presentes, los rayos refulgían sobre el lugar en el que descansaba uno de los íconos del cine español, <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/cine/2024/12/17/67613a1efc6c8312518b45ab.html»><strong>la chica Almodóvar más política</strong></a>, <strong>la hija de la portera que nunca renunció a ser una diva.</strong></p>

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 Familiares, compañeros y representantes políticos rinden homenaje en capilla ardiente de Marisa Paredes a su trayectoria artística y a su lucha por los derechos  

Amaneció la plaza de Santa Ana envuelta en la grisura del invierno madrileño para despedir a las puertas de la que siempre será su casa a Marisa Paredes. Y, como si de una analogía de su nacimiento se tratara, a escasos metros del Teatro Español en el que se la ha despedido, el sol fue disipando las nubes bajas. Cuando el féretro, después de dos intensas horas de capilla ardiente, salió entre la ovación cerrada de los presentes, los rayos refulgían sobre el lugar en el que descansaba uno de los íconos del cine español, la chica Almodóvar más política, la hija de la portera que nunca renunció a ser una diva.

A todas ellas lloraron buena parte de los compañeros de profesión que se fueron dejando ver por la sala principal del Teatro Español. El primero, el director Juan Antonio Bayona, apostado en la cola entre varias docenas de ciudadanos quince minutos antes de que las puertas siquieran estuvieran abiertas. «Siempre fue una persona muy cercana, coincidimos en muchos festivales y siempre me trató con cariño. Me gustaría que la recordáramos por sus películas», aseguraba el cineasta.

Tras él fueron desfilando un goteo de amigos, actores y políticos para despedir a la actriz, fallecida el martes a los 78 años. De Bárbara Lennie a la delegada de Cultura, Marta Rivera de la Cruz, pasando por Gabino Diego, Mario Gas, Lluís Pasqual -director de la obra que Marisa Paredes iba a estrenar en febrero-, Pablo Berger, Luis García Montero… Y así hasta llegar a sus chicas, las que crecieron al abrigo de Pedro Almodóvar, ausente en la capilla ardiente por encontrarse de estreno en París. Fueron Bibiana Fernández y Loles León las que primero enfilaron el recorrido, cruzando la Plaza de Santa Ana, hasta el Teatro Español.

Bibiana Fernández, de frente, con María Isasi, hija de Marisa Paredes
Bibiana Fernández, de frente, con María Isasi, hija de Marisa ParedesZipiEfe

En su interior esperaba el féretro de Marisa Paredes, arropado por las incontables coronas de flores enviadas por instituciones y amigos -el Ministerio de Cultura, , el Teatro de la Abadía, la productora El Deseo, la familia Guillén Cuervo o el músico Caetano Veloso-, en el escenario que la vio ser Gertrudix en Hamlet y Kate Osbourne en El cojo de Inishmaan. A sus pies lloraba su familia, la de sangre, con su marido Chema Prado y su hija, la actriz María Isasi, al frente. Y también, la del oficio, con unos desconsolados Juan Diego Botto y Carmen Machi, con un afectado Eduard Fernández -compañero en aquel Hamlet- depositando una rosa sobre el féretro y también con el trío de chicas Almodóvar que la acompañó en su adiós.

Fue Loles León la primera de ellas en subir al escenario del Español para, después de cinco besos al ataúd, dirigirse casi en un susurro, con las lágrimas cayéndole por las mejillas, a la foto de una Marisa Paredes sonriente que presidía la escena. «Diré lo que diría Marisa, ella se hubiese quejado por estas dos horitas. Es una señora ex presidenta de la Academia del Cine, un icono, merecía algo más», apuntaba a posteriori León antes los medios de comunicación que se agolpaban a las puertas del teatro.

«Se va una amiga y una luchadora por los derechos de todos, una agitadora de corazones, con mucho carácter. Nos hemos quedado sin nuestra brújula, ahora tendremos que hacer lo que diga Rossy», agregaba la actriz. Y concluía: «Marisa ante todo era una voz muy humana, siempre atendió a los oprimidos y todas las injusticias. La gran injusticia es que se haya ido tan pronto. Yo le digo adiós desde este teatro que es su casa».

A su lado, una regia Rossy de Palma, ataviada con una gafas negras infinitas que hacían sus ojos invisibles. Fue ella la encargada de consolar a Javier Calvo y Javier Ambrossi, que se acercaron visiblemente emocionados al féretro de la actriz, con la que tenían previsto un proyecto futuro y a la que incluyeron en su serie Vestidas de azul. «Siento que nunca nos vamos a olvidar de ella.Era un modelo, un icono, nos deja personajes imborrables. Ella es eterna porque nadie podía decir frases tan míticas como las suyas», afirmaban los Javis.

«Ella era mucho más que una chica Almodóvar, era una reina. Hoy va a ser un día difícil, pero hay una cierta alegría en despedirla todas juntas», completaba Bibiana Fernández, recordando que Marisa Paredes era actriz, pero sobre todo era «una mujer militante en el feminismo y en la izquierda española».

De ahí la presencia de la vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, del nuevo líder del PSOE-M y ministro de Digitalización, Óscar López, y de las portavoces municipales de PSOE y Más Madrid, Reyes Maroto y Rita Maestre. Y también del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que a las puertas del teatro Español anunció «un gran homenaje» en la próxima Gala de los Goya para recordar a la actriz. «Queremos rendir tributo a una de las grandísimas, a una amiga, a una referencia y a uno de los máximos exponentes de nuestro cine», señalaba Urtasun.

Juan Mayorga abraza a la hija de Marisa Paredes, María Isasi
Juan Mayorga abraza a la hija de Marisa Paredes, María IsasiZipiEfe

Y, mientras tanto, el mundo del cine se entremezclaba con los cientos de ciudadanos que se acercaban a despedir a Marisa Paredes. Entre ellos aparecían Gabino Diego, Irene Arcos, Ginés García-Millán, Miguel Ángel Muñoz, Lluís Homar, Fernando Méndez Leite, la diputada popular Sol Cruz Guzmán… Y, sobre todos, impasible durante más de 10 minutos a los pies del escenario que acogía a la actriz, un solitario José Sacristán. Como si el tiempo se hubiera detenido, como si estuviera manteniendo una conversación con quien fue su amiga sin decir ni una sola palabra. «Hay que hablar de la trayectoria profesional y personal de Marisa como actriz y como ciudadana porque ha estado siempre manifestándose en defensa de una serie de valores que no dejan de estar permanentemente amenazados. Su recuerdo es imborrable en todos los sentidos», apuntaba a su salida quien fuera su compañero en La revoltosa o en Cara de acelga.

Y cuando todo se despejó y se cerraron las puertas del Español, llegó el aplauso. El de los vecinos de Madrid que se congregaban en la Plaza de Santa Ana y el de las últimas colegas, de nuevo las chicas Almodóvar, que, sentadas en una terraza, recordaban sus vivencias con Marisa Paredes. A las puertas de la que siempre será su casa.

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