Los dramas médicos están de moda en televisión. Si Max acaba de lanzar «The Pitt» con Noah Wyle intentando recuperar el paso de «Urgencias», y «Doc» de Fox, que emite en España Movistar Plus+ ha sido renovada para una segunda temporada justo después de su estreno, la ficción europea no se ha querido quedar atrás. Apple TV+ acaba de estrenar la inquietante «Krank: Berlín al límite», la nueva serie médica alemana de Apple TV+, co-creada por el exmédico de urgencias Samuel Jefferson junto con Viktor Jakovleski.
La diferencia con la ficción tradicional de médicos de urgencias, es que esta serie no lo parece. En ocho episodios muy oscuros seguimos a la protagonista, la doctora Suzanna Parker (Haley Louise Jones «Paradise») que llega como nueva jefa de urgencias al hospital más conflictivo de Berlín, el Krank. Sabemos que viene del mismo puesto desde Múnich y que viene huyendo de algo. Al llegar el panorama es desolador: una caótica sala de urgencias, completamente inabarcable. El director, el doctor Beck (Peter Lohmeyer) le pone al día con las cifras: 618 camas, 30.000 pacientes clínicos a año, 300 médicos y unas 600 enfermeras. Su actitud es buena desde el principio, pero enseguida se enfrenta con la dura realidad de que sus trabajadores han soportado cuatro jefes en el último año porque ninguno soporta las duras condiciones de trabajo, muchas horas y mal pagados. Su mayor ayuda es uno de sus mayores obstáculos, el doctor Ben Weber (Slavko Popadic), adicto a las resacas de las dosis masivas de ketamina que se mete en sus salidas nocturnas y que le causan problemas personales y laborales. Tampoco la doctora Emina Ertan (Safak Sengül) se lo pone fácil y cuestiona todas sus decisiones, o la jefa de enfermeras May-Lee Krause (Mai Phuong Kollath) que ve pasar enfermos y gritos sin inmutarse. Casi en paralelo también seguiremos las «aventuras» del conductor de ambulancias Olaf Hendel (Bernhard Schütz), viejo cascarrabias que se las sabe todas, amante de los kebabs y con normas estrictas sobre yonkis y el olor de su medio de trabajo. Le acompaña la joven Olivia Kropf (Samirah Breuer), inexperta y demasiado liviana para algunos quehaceres. Completan el reparto Aram Tafreshian como el doctor Dominik Kohn y Benjamin Radjaipour en el papel del doctor Kian Amini.
Tiroteos, yonkis, padres divorciados, culturistas y todo tipo de especímenes llenan la sala de urgencias con una crudeza nunca vista en un drama médico. Por si fuera poco, la doctora Parker también tiene que hacer de abogado del diablo con una caza de brujas entre sus compañeros. Todo a un ritmo frenético en el que entendemos la rabia y la impotencia de los protagonistas, que pasan de la profesionalidad al pasotismo con escenas de mucha violencia audiovisual. Las constantes sí que se presentan en este procedimental, con la falta de recursos humanos y médicos a la orden del día, y una alta dosis de resiliencia por parte de los médicos y enfermeras que tienen que respirar hondo para seguir adelante. No hay glorificación de la profesión, no hay descansos ni imágenes desinfectadas. En cada escena los espectadores se preguntarán cómo sobreviven los profesionales e incluso quién tiene derecho antes a la atención médica en un sistema saturado. Con razón el propio nombre del hospital, Krank, es la abreviatura de Krankenhaus (literalmente «casa de enfermos»). No hay romanticismo en esta ficción que nos sitúa en Neukölln, uno de los doce distritos de la capital alemana. Hacen falta más series como «Krank», que operan la realidad a corazón abierto.
Apple TV+ acaba de estrenar un nuevo y oscuro drama hospitalario creado por el exmédico Samuel Jefferson
Los dramas médicos están de moda en televisión. Si Max acaba de lanzar «The Pitt» con Noah Wyle intentando recuperar el paso de «Urgencias», y «Doc» de Fox, que emite en España Movistar Plus+ ha sido renovada para una segunda temporada justo después de su estreno, la ficción europea no se ha querido quedar atrás. Apple TV+ acaba de estrenar la inquietante «Krank: Berlín al límite», la nueva serie médica alemana de Apple TV+, co-creada por el exmédico de urgencias Samuel Jefferson junto con Viktor Jakovleski.
La diferencia con la ficción tradicional de médicos de urgencias, es que esta serie no lo parece. En ocho episodios muy oscuros seguimos a la protagonista, la doctora Suzanna Parker (Haley Louise Jones «Paradise») que llega como nueva jefa de urgencias al hospital más conflictivo de Berlín, el Krank. Sabemos que viene del mismo puesto desde Múnich y que viene huyendo de algo. Al llegar el panorama es desolador: una caótica sala de urgencias, completamente inabarcable. El director, el doctor Beck (Peter Lohmeyer) le pone al día con las cifras: 618 camas, 30.000 pacientes clínicos a año, 300 médicos y unas 600 enfermeras. Su actitud es buena desde el principio, pero enseguida se enfrenta con la dura realidad de que sus trabajadores han soportado cuatro jefes en el último año porque ninguno soporta las duras condiciones de trabajo, muchas horas y mal pagados. Su mayor ayuda es uno de sus mayores obstáculos, el doctor Ben Weber (Slavko Popadic), adicto a las resacas de las dosis masivas de ketamina que se mete en sus salidas nocturnas y que le causan problemas personales y laborales. Tampoco la doctora Emina Ertan (Safak Sengül) se lo pone fácil y cuestiona todas sus decisiones, o la jefa de enfermeras May-Lee Krause (Mai Phuong Kollath) que ve pasar enfermos y gritos sin inmutarse. Casi en paralelo también seguiremos las «aventuras» del conductor de ambulancias Olaf Hendel (Bernhard Schütz), viejo cascarrabias que se las sabe todas, amante de los kebabs y con normas estrictas sobre yonkis y el olor de su medio de trabajo. Le acompaña la joven Olivia Kropf (Samirah Breuer), inexperta y demasiado liviana para algunos quehaceres. Completan el reparto Aram Tafreshian como el doctor Dominik Kohn y Benjamin Radjaipour en el papel del doctor Kian Amini.
Tiroteos, yonkis, padres divorciados, culturistas y todo tipo de especímenes llenan la sala de urgencias con una crudeza nunca vista en un drama médico. Por si fuera poco, la doctora Parker también tiene que hacer de abogado del diablo con una caza de brujas entre sus compañeros. Todo a un ritmo frenético en el que entendemos la rabia y la impotencia de los protagonistas, que pasan de la profesionalidad al pasotismo con escenas de mucha violencia audiovisual. Las constantes sí que se presentan en este procedimental, con la falta de recursos humanos y médicos a la orden del día, y una alta dosis de resiliencia por parte de los médicos y enfermeras que tienen que respirar hondo para seguir adelante. No hay glorificación de la profesión, no hay descansos ni imágenes desinfectadas. En cada escena los espectadores se preguntarán cómo sobreviven los profesionales e incluso quién tiene derecho antes a la atención médica en un sistema saturado. Con razón el propio nombre del hospital, Krank, es la abreviatura de Krankenhaus (literalmente «casa de enfermos»). No hay romanticismo en esta ficción que nos sitúa en Neukölln, uno de los doce distritos de la capital alemana. Hacen falta más series como «Krank», que operan la realidad a corazón abierto.
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