«Dark Winds»: Monstruos en el desierto navajo

La primera vez que el espectador se enfrenta a la serie original de AMC+ «Dark Winds» todo puede resultarle ajeno. Hablamos de una ficción de «western noir» que adapta las novelas de Tony Hillerman, «Leaphorn & Chee», producida por George R.R. Martin («Juego de tronos») y Robert Redford, entre otros, y creada por Graham Roland («Fringe»). Todo es oscuridad y polvo en el desierto navajo en el que el jefe de policía Joe Leaphorn (Zahn McClarnon) intenta resolver crímenes en la década de los 70, que a menudo entremezclan realidad con el misticismo de la tribu navaja de los Diné. Han pasado más de 18 meses desde que se emitió el final de la segunda temporada, pero la serie no ha perdido ni un ápice de su atractivo, a medida que se enfrenta a su entrega más oscura.

La trama, que adapta los libros «Dance Hall of the Dead» y «Sinister Pig», nos sitúa solo seis meses después de que el teniente Leaphorn impartiera lo que llama «justicia india» al malo de la segunda temporada, BJ Vines (John Henry Diehl), un rico hombre de negocios y líder del culto People of Darkness, responsable de la muerte del hijo de Joe. El comienzo del primer episodio, «Ye’iitsoh» («algo grande que crea miedo») es muy potente, con los acordes de «Space Oddity» de David Bowie, con una cámara que recorre el desierto nocturno y se detiene en un Leaphorn herido de espaldas que pide a la comisaría que manden a todos los agentes. Volvemos a la luz del día seis días antes para descubrir que Leaphorn y Jim Chee (Kiowa Gordon) investigan junto al sheriff Gordo Sena (A. Martinez) la desaparición de dos chicos de 14 años, comenzando con solo una bicicleta rota y un trozo de tierra ensangrentada que quedó en el desierto. Como en temporadas anteriores, el dúo se encuentra con varios grupos en la «reserva» que saben más de lo que dicen, incluido un par de arqueólogos (Carly Roland y Christopher Heyerdahl), que trabajaron con los chicos, y una banda aleatoria de granjeros «hippies» de chile que entregan algo más que especias. Además, Leaphorn tiene que hacerse cargo de la agente especial del FBI que se presenta como «Sylvia Washington de Washington» (Jenna Elfman), que investiga la repentina desaparición de BJ Vines, y lanza la sombra de la sospecha sobre nuestro protagonista.

Fuera de la reserva, Bernadette Manuelito (Jessica Matten) ha puesto 800 kilómetros entre ella, el jefe Leaphorn y un romance que comenzaba con Chee para trabajar en la patrulla fronteriza con México. Allí descubre movimientos extraños que podrían estar relacionados con el tráfico, y no sólo de personas, conectado con un empresario del negocio petrolero de varias generaciones Tom Spenser (Bruce Greenwood) y su lugarteniente Budge (Raoul Max Trujillo). Durante el desempeño de su labor comprobará de primera mano como los navajos no tienen ni tanta credibilidad ni tanto apoyo por parte de las autoridades. Varios sucesos acabarán por cruzar todas las historias. Pero en esta ocasión todo es más personal. La moral y la ética que acompañaban al ejercicio de la Ley por parte de Leaphorn se ha roto al tomar un camino equivocado en la segunda temporada y eso le puede costar el trabajo y también su vida personal, una vez que se lo confiesa a su esposa Emma (Deanna Allison). Todo avanza a una velocidad superior al «slow» al que nos tenía acostumbrados la serie y todo acaba precipitándose en el magnífico capítulo sexto (hasta donde hemos visto) titulado , «Ábidoo’niidéé» («Lo que nos habían contado») en el que una obra de teatro infantil nos cuenta la leyenda de Ye’iitsoh: se trata de un gran monstruo del folclore navajo, que amenazó con extinguir a la humanidad comiéndosela, hasta que dos hermanos, Na’idigishi y Naayee’ Neizghani, lo mataron. El monstruo se aparece a Leaphorn como una representación de la culpa y de su «moralidad de grises». Durante este episodio y a modo de pesadilla conoceremos más de la infancia de Joe Leaphorn, su familia y dónde nació su sentido de la Justicia, en un episodio de la infancia del que no guarda muchos recuerdos y ahora cuestionado por él mismo. La aparición de su padre le dará una gran lección: los monstruos no existen, son solo hombres haciendo cosas malas.

Hay que destacar por encima de todo el trabajo del actor nativo McClarnon, que vuelve a aportar al personaje del policía su propia culpa, pausa y sentir, y que en esta ocasión se abre con una vena romántica y el miedo reflejado en sus ojos, cuando antes habíamos observado que nada le hacía retroceder. AMC+ ya prepara una cuarta temporada en la que McClarnon dirigirá algún episodio.

Bob y George, cameos al gusto del productor

Durante el primer episodio, titulado «Ye’iitsoh», hay un cameo histórico de dos de los productores ejecutivos de la serie. Todo apunta a que es una aparición que lleva ideándose desde el principio y tiene una vis cómica. Cuando el jefe Leaphorn vuelve a la comisaría se detiene brevemente frente a la celda para observar a dos de los presos que juegan una lenta partida de ajedrez. Estos dos «delincuentes» no son sino Robert Redford y George R. R. Martin. «George, todo el mundo te está esperando. ¡Haz un movimiento!», le espeta Redford a Martin en alusión a lo que tarda el novelista en escribir lo que resta de su obra para adaptarla a la televisión.

 AMC+ estrena la tercera temporada de la serie de «western noir», la más oscura hasta ahora, protagonizada por Zahn McClarnon y producida por Robert Redford y George R. R. Martin  

La primera vez que el espectador se enfrenta a la serie original de AMC+ «Dark Winds» todo puede resultarle ajeno. Hablamos de una ficción de «western noir» que adapta las novelas de Tony Hillerman, «Leaphorn & Chee», producida por George R.R. Martin («Juego de tronos») y Robert Redford, entre otros, y creada por Graham Roland («Fringe»). Todo es oscuridad y polvo en el desierto navajo en el que el jefe de policía Joe Leaphorn (Zahn McClarnon) intenta resolver crímenes en la década de los 70, que a menudo entremezclan realidad con el misticismo de la tribu navaja de los Diné. Han pasado más de 18 meses desde que se emitió el final de la segunda temporada, pero la serie no ha perdido ni un ápice de su atractivo, a medida que se enfrenta a su entrega más oscura.

La trama, que adapta los libros «Dance Hall of the Dead» y «Sinister Pig», nos sitúa solo seis meses después de que el teniente Leaphorn impartiera lo que llama «justicia india» al malo de la segunda temporada, BJ Vines (John Henry Diehl), un rico hombre de negocios y líder del culto People of Darkness, responsable de la muerte del hijo de Joe. El comienzo del primer episodio, «Ye’iitsoh» («algo grande que crea miedo») es muy potente, con los acordes de «Space Oddity» de David Bowie, con una cámara que recorre el desierto nocturno y se detiene en un Leaphorn herido de espaldas que pide a la comisaría que manden a todos los agentes. Volvemos a la luz del día seis días antes para descubrir que Leaphorn y Jim Chee (Kiowa Gordon) investigan junto al sheriff GordoSena (A. Martinez) la desaparición de dos chicos de 14 años, comenzando con solo una bicicleta rota y un trozo de tierra ensangrentada que quedó en el desierto. Como en temporadas anteriores, el dúo se encuentra con varios grupos en la «reserva» que saben más de lo que dicen, incluido un par de arqueólogos (Carly Roland y Christopher Heyerdahl), que trabajaron con los chicos, y una banda aleatoria de granjeros «hippies» de chile que entregan algo más que especias. Además, Leaphorn tiene que hacerse cargo de la agente especial del FBI que se presenta como «Sylvia Washington de Washington» (Jenna Elfman), que investiga la repentina desaparición de BJ Vines, y lanza la sombra de la sospecha sobre nuestro protagonista.

Fuera de la reserva, Bernadette Manuelito (Jessica Matten) ha puesto 800 kilómetros entre ella, el jefe Leaphorn y un romance que comenzaba con Chee para trabajar en la patrulla fronteriza con México. Allí descubre movimientos extraños que podrían estar relacionados con el tráfico, y no sólo de personas, conectado con un empresario del negocio petrolero de varias generaciones Tom Spenser (Bruce Greenwood) y su lugarteniente Budge (Raoul Max Trujillo). Durante el desempeño de su labor comprobará de primera mano como los navajos no tienen ni tanta credibilidad ni tanto apoyo por parte de las autoridades. Varios sucesos acabarán por cruzar todas las historias. Pero en esta ocasión todo es más personal. La moral y la ética que acompañaban al ejercicio de la Ley por parte de Leaphorn se ha roto al tomar un camino equivocado en la segunda temporada y eso le puede costar el trabajo y también su vida personal, una vez que se lo confiesa a su esposa Emma (Deanna Allison). Todo avanza a una velocidad superior al «slow» al que nos tenía acostumbrados la serie y todo acaba precipitándose en el magnífico capítulo sexto (hasta donde hemos visto) titulado , «Ábidoo’niidéé» («Lo que nos habían contado») en el que una obra de teatro infantil nos cuenta la leyenda de Ye’iitsoh: se trata de un gran monstruo del folclore navajo, que amenazó con extinguir a la humanidad comiéndosela, hasta que dos hermanos, Na’idigishi y Naayee’ Neizghani, lo mataron. El monstruo se aparece a Leaphorn como una representación de la culpa y de su «moralidad de grises». Durante este episodio y a modo de pesadilla conoceremos más de la infancia de Joe Leaphorn, su familia y dónde nació su sentido de la Justicia, en un episodio de la infancia del que no guarda muchos recuerdos y ahora cuestionado por él mismo. La aparición de su padre le dará una gran lección: los monstruos no existen, son solo hombres haciendo cosas malas.

Hay que destacar por encima de todo el trabajo del actor nativo McClarnon, que vuelve a aportar al personaje del policía su propia culpa, pausa y sentir, y que en esta ocasión se abre con una vena romántica y el miedo reflejado en sus ojos, cuando antes habíamos observado que nada le hacía retroceder. AMC+ ya prepara una cuarta temporada en la que McClarnon dirigirá algún episodio.

Bob y George, cameos al gusto del productor

►Durante el primer episodio, titulado «Ye’iitsoh», hay un cameo histórico de dos de los productores ejecutivos de la serie. Todo apunta a que es una aparición que lleva ideándose desde el principio y tiene una vis cómica. Cuando el jefe Leaphorn vuelve a la comisaría se detiene brevemente frente a la celda para observar a dos de los presos que juegan una lenta partida de ajedrez. Estos dos «delincuentes» no son sino Robert Redford y George R. R. Martin. «George, todo el mundo te está esperando. ¡Haz un movimiento!», le espeta Redford a Martin en alusión a lo que tarda el novelista en escribir lo que resta de su obra para adaptarla a la televisión.

 Series

Noticias Similares