<p>Refulge <strong>Marta Pazos</strong> (Pontevedra, 1976) entre los antiguos, venerables palcos del Teatro María Guerrero de Madrid. Con su chaqueta arcoíris la dramaturga, directora y artista visual marca la temperatura cromática del montaje de ‘Orlando’ que prepara para el <strong>Centro Dramático Nacional</strong> (<strong>CDN</strong>). El texto de Virginia Woolf, un emblema de la literatura trans por su temática (un caballero del siglo XVI que amanece un día convertido en mujer y permanece joven durante tres siglos), vuelve a cobrar vida en sus manos en una adaptación coescrita por el dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón y que cuenta en su reparto con Nao Albet, Abril Zamora, Alberto Velasco o Laia Manzanares, entre otros intérpretes. Un equipo unido por el objetivo de contar «la carta de amor más larga jamás escrita», en palabras de la directora.<br></p>
Dirige en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional su versión de ‘Orlando’, de Virginia Woolf, el gran icono de la literatura ‘trans’
Refulge Marta Pazos (Pontevedra, 1976) entre los antiguos, venerables palcos del Teatro María Guerrero de Madrid. Con su chaqueta arcoíris la dramaturga, directora y artista visual marca la temperatura cromática del montaje de ‘Orlando’ que prepara para el Centro Dramático Nacional (CDN). El texto de Virginia Woolf, un emblema de la literatura trans por su temática (un caballero del siglo XVI que amanece un día convertido en mujer y permanece joven durante tres siglos), vuelve a cobrar vida en sus manos en una adaptación coescrita por el dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón y que cuenta en su reparto con Nao Albet, Abril Zamora, Alberto Velasco o Laia Manzanares, entre otros intérpretes. Un equipo unido por el objetivo de contar «la carta de amor más larga jamás escrita», en palabras de la directora.
- Empecemos por el por qué.
- Éste es un texto que te puede interpelar por muchas cuestiones. En este momento, y sobre todo después de lo que ha pasado con las elecciones de Estados Unidos, para mí es absolutamente pertinente traerlo aquí. Más que nunca, considero. Pero además es un canto de amor a la belleza, al contacto con la naturaleza, a la transformación a lo largo de los ciclos de la vida. Es una pieza muy especial e incluso considero que más profunda de lo que aparenta su caligrafía, con toda la genialidad que la envuelve y el icono en que se ha convertido.
- Ahora vayamos al cómo.
- Lo que provoca que decida hacer algo o no hacerlo es que las imágenes vayan apareciendo en mi cabeza. Empecé a reelerla y la puesta en escena iba manando. Hay algo muy evocador, que te da mucha libertad como lectora. Así que quería trasladar también este espacio a la puesta en escena. Que ésta te permitiera conectar con estos sitios, lugares de contemplación que tiene el propio personaje de Orlando.
- ¿Esto cómo se traduce?
- Al final, lo que aparece son ‘tableaux vivants’, como cuadros en movimiento, también muy relacionados con la época en la que fue publicada la novela, en 1928. Hay también un estudio muy completo del arte de vanguardia de entonces. A mí, personalmente, me va muy bien esta traslación de estos universos plásticos. Bebo mucho de las visionarias, de Leonora Carrington, de Maruja Mallo, de Remedios Varo… Siendo una obra cumbre del modernismo literario, las imágenes nadan en este magma de vanguardia del siglo pasado atrayéndolo al presente.
- Una de las preguntas que plantea el libro de Woolf es quiénes somos. ¿Cuán presente está esta pregunta en ésta y en otras producciones suyas?
- Es que otra de las razones de escoger ‘Orlando’ es que forma parte, para mí, de uno de los temas que vertebra mi propia obra, no solo la escénica sino también la plástica, que es la identidad. Y esto lo he tratado en la ópera de Raquel García Tomás en el Liceu, ‘Alexina B’, o en la versión de ‘El público’, de Lorca, que hicimos Gabriel y yo en el Teatre Lliure. Aquí vas a ver ‘Orlando’ pasado por mi thermomix, mi lectura de la pieza con el equipo que yo he elegido para hacerlo, incluido Gabriel con su mirada. Y ya estoy poniendo mi identidad con mis selecciones. Te ofrezco mi forma de ver el mundo a través de eso. Y después entra todo lo que es la experiencia de tu cuerpo en una sala de teatro.
- ¿Cómo definiría esta experiencia?
- Trabajo mucho para la percepción visual, sobre todo, pero no sólo. Y considero que esto tiene el valor de otros puntos de vista y hacerlo desde lugares más abstractos y más profundos. Que a veces no comprendes, pero van a tu interior, te tocan. Y provocan que se te abran nuevas perspectivas. No es algo que tengas que intelectualizar, sino que sientas, como pasa con la poesía.
- Hace dos años, otro montaje de ‘Orlando’ fue retirado de la programación de Valdemorillo, en cuya corporación municipal acababa de entrar Vox. La compañía que lo representaba denunció censura. ¿Qué valor tiene montar ahora el texto en el CDN?
- Es muy importante que el teatro público pueda visibilizar los temas que están percutiendo en la sociedad. Y que se pueda ver aquí, en la Sala Grande del María Guerrero. Yo, como ciudadana, me siento orgullosa. Qué bien que con mis impuestos se pueda ver esto. Y que entre el público haya personas a las que le hayan sucedido cosas por la calle, incluso viniendo aquí al teatro, que la hayan insultado, o que la hayan violentado. Que al verla te interpele si no te ha ocurrido y te sensibilice. Y si te ha sucedido o estás pasando por un proceso de transformación, sea de la índole que sea -todos estamos pasando por procesos de transformación, todo el tiempo-, que sientas que no estás sola. No podemos pasar de puntillas por esto. La función del arte es generar pensamiento crítico, que puedas ver aquello que te es diferente y apreciarlo aunque no lo compartas.
- ¿De ahí la pertinencia de la que hablaba antes?
- Estamos hablando del cuerpo y de la libertad de qué hacer con tu cuerpo. Por eso es tan importante para mí la forma en la que lo trata Virginia: el acierto de la novela, que es que de repente se duerme y se levanta y tiene otro cuerpo. Es la misma persona, sólo el sexo es diferente.
- Y ya está.
- Es el contexto el que te hace diferente; tú eres la misma persona. Me parece fascinante poder acompañar esos tránsitos, sean de la índole que sean. A veces a nivel identitario, a veces físicamente y otras veces en tu edad o en tu interior. Cuanto más comprensivos seamos con esto, mejor. Como pasa en la naturaleza: los cambios no son abruptos. Un tsunami siempre viene de otro lugar. Sólo tenemos que prestar más atención y estar en más conexión los unos con los otros.
Teatro María Guerrero (CDN).
Del 25 de abril al 8 de junio.
Entradas de 6 a 25 €
Teatro