<p>Sus méritos apuntan a que estos textos inéditos de<strong> Luis Martín-Santos</strong> (1924-1964) podrían haber alterado también la historia de la dramaturgia española. Igual que cuando publicó la quizá mejor novela del siglo XX, según la crítica. Es la gran incógnita, ya eternamente inconclusa desde su prematura muerte, pero si <i>Tiempo de silencio</i> (1961) fue un acicate para la renovación de las letras españolas, inmersas en ese realismo entre comprometido y «pedestre», como tachó el propio autor, motivos hay para vislumbrar que se habría repetido lo mismo con su<i> Viaje hasta el límite</i>.</p>
Una de las seis obras desconocidas del escritor de ‘Tiempo de silencio’ se estrena en el Teatro Español, más de 70 años después de su creación
Sus méritos apuntan a que estos textos inéditos de Luis Martín-Santos (1924-1964) podrían haber alterado también la historia de la dramaturgia española. Igual que cuando publicó la quizá mejor novela del siglo XX, según la crítica. Es la gran incógnita, ya eternamente inconclusa desde su prematura muerte, pero si Tiempo de silencio (1961) fue un acicate para la renovación de las letras españolas, inmersas en ese realismo entre comprometido y «pedestre», como tachó el propio autor, motivos hay para vislumbrar que se habría repetido lo mismo con su Viaje hasta el límite.
La primicia se estrena ahora por primera vez en nuestro país, en el Teatro Español y bajo la dirección de Eduardo Vasco. Pocos días después de que su obra dramática al completo viera la luz al fin con la editorial Galaxia Gutenberg, responsable de esa recuperación iniciada por los hijos de Martín-Santos, en el centenario de su nacimiento. «Encontrar esta dramaturgia que pudo ser y no fue, y de la que hay testimonio y obra sólida, es muy importante», reflexiona Vasco, quien contactó con el investigador teatral Fernando Doménech, antiguo compañero de la Resad y encargado del rescate, en cuanto le llegó el rumor de ese legado desconocido y mecanografiado.
El hallazgo coincidió, además, con el nombramiento de Vasco al frente del Español en enero de 2024 y, «muy interesado por saber cómo era ese corpus que acababa de aparecer», en seguida anunció la producción. No perdió el tiempo. Ya en su única novela, Martín-Santos se esbozaba como el James Joyce español.
«Para nosotros, la dramaturgia de los 40-50 es Historia de una escalera [de Antonio Buero Vallejo], es Alfonso Sastre, como las dos nuevas líneas que emergen y, de repente, darse cuenta de que había otras vías, más conectadas con Europa, con el teatro francés, con Eugene O’Neill, es muy emocionante». Por una rendija, se accede, de súbito, a un mundo nuevo. «Exige un trabajo muy virtuoso, porque el contenido es muy denso. Para un director y para un actor es una maravilla, es casi el mejor combustible que te puedes encontrar». Sobre las tablas y hasta el próximo 8 de junio, lo prenden los intérpretes Ernesto Arias, Lara Grube, Agus Ruiz, Eva Trancón, Luis Espacios e Iván López-Ortega.
La pronta hojeada del director ya resultó prometedora. «Cuando leí Viaje hasta el límite, me recordó mucho a Sartre, a Camus, a ese teatro, digamos, más de tesis, muy vinculado a la filosofía, al boom del psicoanálisis de los 50, con personajes que son víctimas de esta especie de desasosiego existencial. Es un periodo bellísimo del teatro». Esboza, así, algunas de esas pinceladas que distinguen la escritura dramática de Martín-Santos, sobre la que se filtraba esa vocación del modernismo europeo.
Además, Viaje hasta el límite es «una obra de una vitalidad extraordinaria», pues la elabora ocho años antes de Tiempo de silencio y «es casi un laboratorio, donde prueba con formas, juega con la psicología humana y su capacidad de adaptabilidad, y está lleno de influencias», desvela. La variedad de recursos literarios de Martín-Santos no es casual: «Su círculo de escritores leía mucho lo que venía de fuera y con una avidez tremenda. Se alimentan de traducciones latinoamericanas, en francés, en otros idiomas… La cultura española de posguerra estaba muy asentada y las generaciones nuevas no podían asimilar el mundo a través de eso. Él no es un escritor que quiere retratar España, sino que tiene un carácter más universal».
Lo confirman la ambientación y el argumento de la pieza: se sitúa en una chalet de la España de los 50 y se trata de un drama de la alta burguesía, protagonizado por un empresario de fortuna al que un intruso enreda en una inversión, desatando la explosión familiar. «Está muy lejos de la España que retrata Buero Vallejo, que habla del mundo de los más desfavorecidos. Se puede comparar más con A puerta cerrada [de Sartre], porque habla de la familia como una jaula, sobre cuál es el lugar del hombre, de las emociones, del materialismo en ese contexto familiar».
Pero la singularidad no se limita al tema, también lo es su tratamiento, que Vasco respeta pero actualiza: «La obra es un remero del Rey Lear, pero aquí termina deconstruyendo el drama burgués, incluso desmembrándolo, hasta acabar en esa desolación de los personajes ya al límite, deshumanizados». A la luz 70 años después, lo laudable también es que Martín-Santos aún sea revelador.
La calidad de su primera novela ‘Tiempo de silencio’ (1961), a la que se le negó el Premio Pío Baroja por motivos políticos, y su temprana muerte en enero de 1964, en un accidente de tráfico cerca de Vitoria, contribuyeron a crear una leyenda sobre la excepcionalidad vital y literaria de Luis Martín-Santos, neuropsiquiatra y también militante antifranquista. Tras su fallecimiento, se publicó su narrativa inconclusa ‘Tiempo de destrucción’ (1975) y un ensayo, aunque hasta hace unos años sus hijos no descubrieron sus obras inéditas al completo: más de un centenar de relatos, las novelas ‘El vientre hinchado’ y ‘El saco’ y seis piezas teatrales, dos de ellas incompletas.
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