Ela Taubert, cantante: “Soñar en grande desde Latinoamérica también es posible”

Vulnerable, sensible y amorosa. Así se define Ela Taubert, la artista bogotana que este año cumple 25 años y que, a su manera, está escribiendo su propia historia en un género musical donde todavía predominan las voces masculinas. Como muchas niñas criadas por una red de mujeres fuertes —su madre, su tía, su abuela, su prima— Taubert creció entendiendo que ser mujer es, muchas veces, sinónimo de resistencia. Y que la ternura, lejos de ser debilidad, también puede ser una forma de poder.

Taubert habla entre risas, se emociona con facilidad, y en su voz hay algo que no se puede fingir: sinceridad. Dice que nunca tuvo un “plan B” porque siempre supo que la música era su camino. Hoy, con un Latin Grammy como mejor nueva artista, una colaboración con Joe Jonas y presentaciones en festivales como Estéreo Picnic y Tecate Pal Norte, lo confirma. Su carrera no ha sido un golpe de suerte, sino el resultado de dedicación y mucha intuición.

Su primer disco, Preguntas a las 11:11, no suena a estrategia de marketing, sino a confesión. A ese tipo de álbum que se pone en las madrugadas, cuando lo que se busca no es distraerse, sino entenderse. Hay algo casi terapéutico en sus letras, donde el amor propio, el dolor y la dulzura se abrazan sin conflicto. En conversación con EL PAÍS, la cantautora colombiana habla del salto al vacío que es vivir de lo que se ama, del miedo a crecer en tiempos inciertos y de cómo ha aprendido a mirar con cariño a la niña que fue. Porque, como ella misma dice, “soñar en grande desde Latinoamérica también es posible”.

Pregunta. ¿Cómo empezó su camino en la música?

Respuesta. Desde pequeña, nunca vi la música como un hobby ni mucho menos como un plan B. Siempre fue la única opción. Me creí el cuento desde el principio: quería ser artista, punto. Como cuando uno dice “quiero ser astronauta” y se disfraza para jugar. Yo me ponía las pelucas de Hannah Montana, me paraba frente al espejo y decía: “Esto es lo que quiero ser, y nadie me va a sacar de ahí”. Además, tengo la suerte de tener una mamá que ha sido mi cómplice total. Muy alcahueta, como decimos en Bogotá. Me apoyó desde el primer momento, diciéndome: “¿Eso es lo que quieres? Pues lo vamos a hacer bien”.

P. En un género donde predominan los hombres, ¿cómo ha sido su experiencia abriéndose paso como mujer joven, compositora y artista pop latina?

R. En mi camino me he encontrado con personas que han intentado ponerme obstáculos, pero cada tropiezo me ha servido para reafirmar que la música es mi lugar. Ser mujer no es una desventaja, es un superpoder. Para mí, ha sido una experiencia de resistencia, fortaleza y mucha determinación.

P. Su primer álbum se llama Preguntas a las 11:11. ¿En qué momento decidió que sus propias preguntas podrían convertirse en canciones?

R. Desde que escribí mi primera canción, Dime si hay algo, lo primero que me salía eran preguntas. Siempre he sido de darle muchas vueltas a todo, y de tanto pensar, lo que terminaba apareciendo eran dudas. ¿Por qué pasó esto? ¿Cómo se llega de aquí hasta allá? ¿Hay algo más? Las preguntas eran mi forma natural de escribir, como una manera de ordenar lo que sentía. Y así, sin darme cuenta, todas mis canciones empezaron a construirse desde ahí: una pregunta, luego otra, y otra más.

P. ¿Cómo fue el proceso de hacer un disco tan personal?

R. Ha sido una de las experiencias más sanadoras y creativas de mi vida. Fueron dos años de entender quién soy, quién quiero ser y por qué tenía la necesidad de escribir tantas canciones sobre el desamor. Siempre me preguntan lo mismo, y ahora yo también me lo pregunto: ¿por qué hablar tanto del corazón roto? Y la verdad es que este disco recoge momentos de los últimos 10 años de mi vida, desde los 15 hasta ahora. Son historias que quizás nunca había podido sacar de mi sistema. Ha sido como mirar hacia atrás y ver, canción por canción, los distintos capítulos de mi vida, las personas que pasaron, los aprendizajes, los errores y los aciertos.

P. Ha dicho que se inspira en artistas como Adele, Taylor Swift o Miley Cyrus, pero también en sus raíces latinas. ¿Cómo ha logrado ese equilibrio entre lo global y lo local en su música?

R. Encontrar ese equilibrio ha sido un proceso de prueba y error. Cuando empecé a trabajar todo era muy experimental. Me debatía entre hacer baladas al estilo Adele, algo más narrativo como Taylor, o canciones con el sentimiento de Jesse & Joy. Pero al final entendí que nunca iba a escribir como ninguna de ellas, porque lo mío es escribir desde mí, desde lo que soy. Y ahí todo empezó a tomar forma: haciendo, equivocándome, volviendo a intentar.

P. ¿Cómo vivió su nominación y triunfo como mejor nueva artista en los Latin Grammy?

R. Con muchísima gratitud. Fue muy especial, porque no se trata solo de mí: esto también es por mi equipo, mi familia, mi mamá, y sobre todo por los fans. Ellos son el corazón de todo esto. Me siento profundamente agradecida y feliz. Es un momento que voy a llevar conmigo para siempre.

P. ¿Cómo Pasó? con Joe Jonas se ha convertido en un éxito mundial. ¿Cómo se dio esta colaboración?

R. Todo comenzó cuando supe que estaba nominada al Latin Grammy. Quise hacer un post especial en redes sociales y me puse a buscar fotos de mi infancia. Entre los recuerdos, encontré un video mío a los 10 años cantando This Is Me, de Camp Rock. Estaba interpretando la parte de Joe Jonas, y me invadió una nostalgia tan fuerte que decidí escribirle por Instagram. Le conté lo que estaba viviendo, lo agradecida que me sentía por su música y cuánto me había inspirado desde niña. Jamás pensé que me respondería. Pero unos días después, ahí estaba su mensaje. Luego nuestras disqueras se pusieron en contacto, y así nació la colaboración. Ha sido una de las experiencias más mágicas de mi vida: conocí a uno de mis ídolos de infancia, compartimos una canción que amo y confirmé que los sueños —por más locos que parezcan— sí se cumplen.

P. Dice que los colores tienen un papel muy importante en su vida. ¿A qué se refiere?

R. El rosado me da seguridad porque representa ese momento en el que aprendí a ponerme primero. A darme mi lugar, a respetarme y hacerme respetar. Para mí, el rosado simboliza fuerza, pero una fuerza suave, firme, desde el amor propio. Fue también el color que marcó ese despertar en el que entendí que podía defender lo que creo, lo que siento, y también defender a otros.

P. Sus canciones hablan de amor propio, de poner límites, de sanar. ¿Cómo ha evolucionado su relación con usted misma?

R. De niña era muy sensible. Siempre estaba vulnerable, y durante mucho tiempo sentí que eso era casi una maldición. Como si llorar por todo fuera algo malo. Me decían: “¡Ay, otra vez llorando!”, y yo pensaba: “No, ya no más, tengo que cambiar”. Cuando me fui de Colombia, me encontré con personas que no me hicieron bien. Fue un proceso duro. Pero al mismo tiempo, todo empezó a despegar. Una canción funcionó, luego otra, y con cada paso fui descubriendo algo nuevo en mí. Entre todo ese caos apareció el color rosado. Para mí, ese fue el color de ponerme en primer lugar, de aprender a ser fuerte, de abrazar mi sensibilidad en lugar de esconderla.

P. ¿Qué ha cambiado ahora?

R. Ahora, cuando alguien me dice: “Es que eres muy sensible”, yo respondo: “Sí, ¿y qué?”. Es parte de quien soy. Esa evolución es la que reflejo en el álbum. Por eso la portada es azul, porque en el fondo sigo siendo esa persona emocional, intensa, que llora por todo. Pero ahora, como dicen aquí (en Estados Unidos), I embrace it. Lo abrazo, lo defiendo y me arropo con orgullo en eso.

Seguir leyendo

 La joven colombiana habla sobre su proceso creativo, su crecimiento personal, la importancia de sus raíces latinas y el lanzamiento de su primer álbum ˈPreguntas a las 11:11   EL PAÍS

Noticias Similares