A esa diva “valiente, poderosa” que se subió al escenario de Eurovisión se quedaron esperando los espectadores de RTVE que aún seguían despiertos cuando terminó el concurso. Melody, la representante de España en el festival, no apareció en el programa especial de la cadena pública, como sí hicieran otros años sus predecesores. La cantante tampoco acudió a la cita que tenía prevista desde semanas antes con La Revuelta, el espacio presentado por David Broncano. Prefirió irse directamente a Málaga para estar con su familia y, quizá, así tratar de asimilar su antepenúltimo puesto en el concurso. Una posición que no pocos califican de nuevo fracaso de España en un festival rodeado esta edición por la polémica participación de Israel, que ganó el cuestionado voto popular y quedó segundo.
En una larga trayectoria profesional como la de Melody, que saltó a la fama siendo una niña, este traspié eurovisivo es un capítulo más en su “jardín lleno de espinas y rosas”, como dice su canción. Y es una situación a la que, cada uno con sus circunstancias, se enfrentan todas las personas, por lo que conviene estar preparado para gestionar un fracaso profesional.
“Tradicionalmente, en España, el fracaso ha estado estigmatizado. Pero, afortunadamente, los entornos laborales están cambiando, imponiéndose una mirada un poco más humana. Y se va naturalizando que forma parte del desarrollo profesional. En estos entornos tan cambiantes en los que vivimos, tenemos que normalizar el equivocarnos, porque las cosas son menos seguras que antes”, sostiene Amira Bueno, directora de recursos humanos de Cigna Healthcare España, compañía internacional de seguros de salud.
Para Dolors Liria, vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña y directora ejecutiva de Menta Salud Profesional, la clave para gestionar bien el fracaso es la prevención. “Hay que ajustar bien las expectativas. Cuando estás en un trabajo o tienes un proyecto en concreto, es aconsejable que las expectativas estén diversificadas. No jugártelo todo a una carta. Uno tiene que valorar dónde está, en qué tipo de organización y cuáles son las posibilidades que tiene”.
Palabras con las que coincide Bueno, quien sostiene que a la hora de emprender un proyecto hay que estudiar las probabilidades reales de obtener lo que se espera. “El fracaso también tiene mucho que ver con dónde se sitúa el éxito. En el caso de Melody, por ejemplo, el triunfo puede haber sido el apoyo que ha tenido o la participación en sí”. La canción española, de hecho, nunca estuvo entre las favoritas de las casas de apuesta para ganar Eurovisión. Pero sí ha conseguido que su intérprete ocupe tiempo y espacio en los medios de comunicación, lo que le da promoción y hace que el público hable de ella. Además, puede ser un empuje para la gira que la artista tiene prevista para este verano.
Defiende Helena Romeu, psicóloga clínica, la necesidad de despojar al fracaso de una connotación tan negativa. “No todos conseguimos todo a la primera. No hay que estigmatizar al que intenta algo y no lo consigue. Un fracaso no determina quiénes somos, lo que hemos hecho o lo que vamos a poder hacer”. Las tres profesionales consultadas coinciden en que es importante permitirse estar mal tras una decepción. “Es normal estar triste, avergonzado o enfadado. Tienes que reconocértelo a ti y los demás”, asegura Romeu. Mientras que Bueno apunta que hay determinados procesos por los que se deben pasar, como la aceptación. Y que hay que darse un tiempo para asumir el revés, pero no quedarse estancado en él porque eso impedirá seguir avanzando. “Si ante un fracaso parece que no haya pasado nada, es que no se está gestionando bien”, cuenta Liria. Para ella, se aprende mucho más de los fracasos que del éxito, “aunque la desventaja es que conlleva un sentimiento de frustración que es muy desagradable”.
Tomarse el revés como una forma de aprendizaje es otro de los puntos en los que coinciden las fuentes consultadas. En palabras de Romeu, “antes de llegar a ser artistas exitosos o empresas importantes, lo más probable es que hayan tenido una evolución con muchos intentos fallidos en el camino, que al final les ha dado un aprendizaje, una experiencia y unos conocimientos para poder llegar a donde están en el día de hoy”.
Lo importante es no dejar que una derrota genere miedo a que vuelva a suceder, señala Daniel Suárez, doctor en Psicología Clínica. “Puede ocurrir que intentes algo, no lo consigas y ya nunca más vuelvas a intentarlo. Como, por ejemplo, quienes se sacan el carné de conducir, tienen algún percance, aunque sea muy leve, en las primeras semanas y no se ven capaces de volver a ponerse tras el volante. También hay quienes fracasan por el miedo a fracasar. Por seguir con el ejemplo, quienes ni siquiera tratan de sacarse el carné porque temen que no van a capaces de conseguirlo”. Suárez mantiene, además, que las personas toleran mal el fracaso porque consideran que les hace proyectar una mala imagen de ellos mismos al exterior. “Queremos que los demás nos vean como personas válidas”, no como alguien que ha intentado algo y no lo ha conseguido.
El peligro del “si quieres, puedes”
En los últimos años se han publicado libros y han aparecido vídeos en redes sociales con el mensaje de “si quieres, puedes”, un lema con el que se muestran contrarios los especialistas consultados. Suárez directamente lo califica de “mentira” y recalca que hay muchos factores externos que se escapan a la persona y que pueden hacer que consiga o no lo que quiere. Por su parte, Liria considera que ese tipo de mensajes son un “peligro” cuando se interpretan “de una forma mágica”. “No es la realidad, porque hay veces que aunque quieras, no puedes. Este mensaje es una negación de la frustración. Y hay que aceptar que no todo el mundo tiene la capacidad para asumir todos los retos. Yo, por ejemplo, puedo proponerme ganar una maratón, pero no voy a poder porque tengo una lesión en la cadera”.
A Romeu, el “querer es poder” le crea “rechazo”. “La psicología positiva puede ser útil, pero fácilmente se puede enfocar de una forma perversa. Intentando animar al otro, motivándole, de alguna manera lo estás presionando, enviándole el mensaje, sin darte cuenta, de que si no consigue algo es porque no se ha esforzado lo suficiente”, cuenta. Y vuelve a recalcar que no hay que ver el fracaso solo como algo negativo, que hay que aceptarlo, aprender de él y seguir adelante. Una idea que, precisamente, está en Apagón, la nueva canción de Melody, lanzada el viernes, aunque compuesta y grabada antes de su aventura eurovisiva. “He tocado fondo y me toca salir / En cada caída, asumo la herida”, canta la artista.
Los expertos señalan que es importante ajustar las expectativas y defienden ver los reveses
como una forma de aprender. Alertan del peligro tras el mensaje “si quieres, puedes” EL PAÍS