Los Chikos del Maíz: “El año que viene en el Viña Rock van a actuar Taburete y Bertín Osborne”

Nega bebe un vaso de agua con gas y Toni Mejías agua mineral. Nega —Ricardo Romero—, de 46 años, habla a borbotones, beligerante y a la defensiva. Mejías, de 40, mide sus palabras y tiene un gesto sereno durante la conversación. Mejías tiene tatuada en un antebrazo a María Ginestà, miliciana comunista durante la Guerra Civil, con el fusil. Los Chikos del Maíz entienden la vida y la música desde la militancia. Este jueves 5 y el viernes 6, dan en la madrileña Sala La Riviera los últimos conciertos de la gira Tregua Indefinida. No saben cómo volverán y aseguran que “el parón va a ser de muchos años”. La banda valenciana atiende a EL PAÍS en la cafetería de La Nau, antigua sede de la Universitat de València.

Nega, a la izquierda, y Toni Mejías, a la derecha, sentados en La Nau de Valencia.

La semana pasada el diario El Salto desveló que el fondo de inversión israelí KKR controlaba algunos de los principales festivales de música de España. La compañía vende viviendas construidas en territorios ocupados en Palestina. Pese al parón, Los Chikos del Maíz tienen una gira durante 2025 con la banda de rapcore Riot Propaganda, que forman junto a Habeas Corpus. “Lo primero que hicimos tras leer la noticia fue mirar los festivales que teníamos contratados, por suerte ninguno estaba afectado”, explica Nega.

Los Chikos han escrito frases como “Recuerda cuando cantes que la venda ya cayó, que apoyaste a Eurovisión sobre las ruinas de Palestina”, en referencia a la participación de Miki Núñez en el festival en 2019. Ese mismo año Nega y Mejías actuaron en un campo de refugiados de Dheisheh, en Cisjordania, al sur de Jerusalén.

La noticia del fondo israelí ha provocado una desbandada de grupos que se ha notado especialmente en el Viña Rock, donde gran parte del público y las bandas tienen un marcado perfil izquierdista o antisistema. “De nosotros se espera por coherencia que no nos sumemos, pero me gustaría que lo hicieran otro tipo de grupos”, añade Nega. Los dos critican que se “ponga la presión” sobre ellos para comprobar su grado de compromiso, y lanzan una pregunta: “¿Qué pasa, que Melody o Carolina Durante sí tienen derecho a colaborar con un genocidio?”.

Mejías hace un llamamiento a que el público “se involucre” en el boicot. “Los grupos somos reemplazables, pero el público, no”. Y bromea sobre el certamen rockero y cañero, también en manos del israelí KKR: “El año que viene en el Viña Rock van a actuar Taburete y Bertín Osborne”.

“Algunos alegan que hay pagar facturas, lo mismo que dicen los que no hacen huelga”, señala Nega. El coautor de Pasión de Talibanes se muestra “sorprendido para bien” de que “tantos grupos, y muchos cabezas de cartel, hayan cancelado” y reprocha “la vergüenza torera” de los que no lo han hecho.

“El momento en el que se da el boicot es histórico. Las tropelías de Israel vienen desde 1948, pero la crueldad de este año es inédita”, arguye. El rapero habla de “un momento sudafricano en el que incluso la Unión Europea se ha puesto un poco las pilas. El contexto es fundamental y hay gente que no lo ha sabido leer”, explica Nega.

La quiebra de Wegow

Wegow, la compañía de venta de entradas, entró hace dos semanas en preconcurso de acreedores, es decir, está al borde de la quiebra. La firma se escudó en “las consecuencias de la pandemia, la inflación de costes estructurales o la incertidumbre en el consumo cultural”. Los Chikos del Maíz lamentan que “no sabemos si vamos a cobrar estos dos conciertos”.

Mejías muestra incredulidad: “es un negocio sencillo: guardan el dinero de los grupos y sus beneficios son los gastos de gestión. No entendemos dónde está nuestro dinero, ni dan explicaciones claras”. El músico explica que a ellos les ha afectado “en un par de conciertos grandes, lo que es asumible, pero a bandas como La MODA le ha pasado con más de la mitad de su gira”.

Mejías exige al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de Sumar, que “haga algo porque su trabajo es cuidar de la cultura”.

“No damos más de sí”

La banda empezó a escribir canciones en 2005. “Necesitamos descansar y que descanse el público. Los últimos años, con la pandemia por medio, han sido muy intensos. No damos más de sí. Que coja el relevo la gente joven, tío”, remarca Nega.

“La idea es volver, pero no será igual”, matiza Mejías.

La gira ha sido accidentada. Nega, de Paiporta y Mejías, de Benetússer, dos de los municipios más golpeados por la dana del 29 de octubre tuvieron que cancelar algunas fechas a consecuencia de la riada. “La despedida se nos queda con un sabor de boca raro: la dana, lo del fondo israelí y lo de Wegow”. Toni Mejías tuvo en Nochebuena su primer hijo, por lo que también han cancelado conciertos.

En dos décadas han esquivado, con letras violentas y provocadoras, el mazo de la Audiencia Nacional. En 2022 llenaron el Wizink Center con 15.000 personas y forman parte de la banda sonora de la izquierda radical desde el movimiento 15M. Les ha citado Arnaldo Otegi, les escucha Gabriel Rufián y Pablo Iglesias le regaló en prime time a Pablo Motos el disco La Estanquera de Saigón.

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 Nega bebe un vaso de agua con gas y Toni Mejías agua mineral. Nega —Ricardo Romero—, de 46 años, habla a borbotones, beligerante y a la defensiva. Mejías, de 40, mide sus palabras y tiene un gesto sereno durante la conversación. Mejías tiene tatuada en un antebrazo a María Ginestà, miliciana comunista durante la Guerra Civil, con el fusil. Los Chikos del Maíz entienden la vida y la música desde la militancia. Este jueves 5 y el viernes 6, dan en la madrileña Sala La Riviera los últimos conciertos de la gira Tregua Indefinida. No saben cómo volverán y aseguran que “el parón va a ser de muchos años”. La banda valenciana atiende a EL PAÍS en la cafetería de La Nau, antigua sede de la Universitat de València. La semana pasada el diario El Salto desveló que el fondo de inversión israelí KKR controlaba algunos de los principales festivales de música de España. La compañía vende viviendas construidas en territorios ocupados en Palestina. Pese al parón, Los Chikos del Maíz tienen una gira durante 2025 con la banda de rapcore Riot Propaganda, que forman junto a Habeas Corpus. “Lo primero que hicimos tras leer la noticia fue mirar los festivales que teníamos contratados, por suerte ninguno estaba afectado”, explica Nega.Los Chikos han escrito frases como “Recuerda cuando cantes que la venda ya cayó, que apoyaste a Eurovisión sobre las ruinas de Palestina”, en referencia a la participación de Miki Núñez en el festival en 2019. Ese mismo año Nega y Mejías actuaron en un campo de refugiados de Dheisheh, en Cisjordania, al sur de Jerusalén.La noticia del fondo israelí ha provocado una desbandada de grupos que se ha notado especialmente en el Viña Rock, donde gran parte del público y las bandas tienen un marcado perfil izquierdista o antisistema. “De nosotros se espera por coherencia que no nos sumemos, pero me gustaría que lo hicieran otro tipo de grupos”, añade Nega. Los dos critican que se “ponga la presión” sobre ellos para comprobar su grado de compromiso, y lanzan una pregunta: “¿Qué pasa, que Melody o Carolina Durante sí tienen derecho a colaborar con un genocidio?”.Mejías hace un llamamiento a que el público “se involucre” en el boicot. “Los grupos somos reemplazables, pero el público, no”. Y bromea sobre el certamen rockero y cañero, también en manos del israelí KKR: “El año que viene en el Viña Rock van a actuar Taburete y Bertín Osborne”.“Algunos alegan que hay pagar facturas, lo mismo que dicen los que no hacen huelga”, señala Nega. El coautor de Pasión de Talibanes se muestra “sorprendido para bien” de que “tantos grupos, y muchos cabezas de cartel, hayan cancelado” y reprocha “la vergüenza torera” de los que no lo han hecho.“El momento en el que se da el boicot es histórico. Las tropelías de Israel vienen desde 1948, pero la crueldad de este año es inédita”, arguye. El rapero habla de “un momento sudafricano en el que incluso la Unión Europea se ha puesto un poco las pilas. El contexto es fundamental y hay gente que no lo ha sabido leer”, explica Nega. La quiebra de WegowWegow, la compañía de venta de entradas, entró hace dos semanas en preconcurso de acreedores, es decir, está al borde de la quiebra. La firma se escudó en “las consecuencias de la pandemia, la inflación de costes estructurales o la incertidumbre en el consumo cultural”. Los Chikos del Maíz lamentan que “no sabemos si vamos a cobrar estos dos conciertos”.Mejías muestra incredulidad: “es un negocio sencillo: guardan el dinero de los grupos y sus beneficios son los gastos de gestión. No entendemos dónde está nuestro dinero, ni dan explicaciones claras”. El músico explica que a ellos les ha afectado “en un par de conciertos grandes, lo que es asumible, pero a bandas como La MODA le ha pasado con más de la mitad de su gira”.Mejías exige al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de Sumar, que “haga algo porque su trabajo es cuidar de la cultura”. “No damos más de sí”La banda empezó a escribir canciones en 2005. “Necesitamos descansar y que descanse el público. Los últimos años, con la pandemia por medio, han sido muy intensos. No damos más de sí. Que coja el relevo la gente joven, tío”, remarca Nega. “La idea es volver, pero no será igual”, matiza Mejías. La gira ha sido accidentada. Nega, de Paiporta y Mejías, de Benetússer, dos de los municipios más golpeados por la dana del 29 de octubre tuvieron que cancelar algunas fechas a consecuencia de la riada. “La despedida se nos queda con un sabor de boca raro: la dana, lo del fondo israelí y lo de Wegow”. Toni Mejías tuvo en Nochebuena su primer hijo, por lo que también han cancelado conciertos. En dos décadas han esquivado, con letras violentas y provocadoras, el mazo de la Audiencia Nacional. En 2022 llenaron el Wizink Center con 15.000 personas y forman parte de la banda sonora de la izquierda radical desde el movimiento 15M. Les ha citado Arnaldo Otegi, les escucha Gabriel Rufián y Pablo Iglesias le regaló en prime time a Pablo Motos el disco La Estanquera de Saigón. Seguir leyendo   EL PAÍS

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