<p>Un lugar algo común señala que mientras los españoles tratamos con una indiferencia descortés a nuestros vecinos portugueses, estos muestran un interés cordial hacia el resto de la Península Ibérica, que se percibe en un conocimiento notable de la lengua y la cultura españolas. Pero, claro, no deja de ser un lugar (algo) común y ahí está la compañía lusa <strong>Chapitô </strong>para echarlo por tierra. «No sentimos ese prejuicio en España», explica Susana Nunes, componente de la troupe. «<strong>Giramos mucho más en España que en Portugal</strong> y nos sentimos muy bienvenidos y muy queridos en vuestro país».</p>
La compañía lusa Chapitô lleva al Corral de Comedias del Festival de Teatro Clásico de Almagro una versión del clásico de Shakespeare en clave minimalista y cómica.
Un lugar algo común señala que mientras los españoles tratamos con una indiferencia descortés a nuestros vecinos portugueses, estos muestran un interés cordial hacia el resto de la Península Ibérica, que se percibe en un conocimiento notable de la lengua y la cultura españolas. Pero, claro, no deja de ser un lugar (algo) común y ahí está la compañía lusa Chapitô para echarlo por tierra. «No sentimos ese prejuicio en España», explica Susana Nunes, componente de la troupe. «Giramos mucho más en España que en Portugal y nos sentimos muy bienvenidos y muy queridos en vuestro país».
Un lugar desde luego preeminente ocupa la compañía en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, en cuyo Corral de Comedias ponen en pie, este viernes y sábado , una versión muy particular de ‘Rey Lear’, de William Shakespeare. En ella, Nunes, Carlos Pereira y Tiago Viegas interpretan todos los papeles de la tragedia de la tragedia sobre el viejo monarca que decide repartir su reino entre sus hijas. Lo hacen con numerosas referencias pop, como espadas láser o juegos idiomáticos locales.
Nunes pone más contexto: «La compañía de Chapitô forma parte de una estructura mayor que se dedica sobre todo a las artes de calle, que tiene una escuela de circo y que hace mucho trabajo social con niños en situaciones problemáticas -por ejemplo, que viven en prisiones- para rehabilitarlos a través de las artes». Eso hace que «la palabra Chapitô está muy conectada con el circo y en Portugal hay una idea preconcebida de que eso es una forma de teatro menor que no tiene tanto valor», prosigue la actriz. «Creo que tiene que ver con la forma con la historia del teatro aquí en Portugal porque tuvimos muchos años de dictadura y no pasaba nada. Pero, de repente, se dio una movida de teatro muy fuerte pero muy seria, muy de texto, muy respetuosa con el autor y con la corrección».
De ahí las diferentes frecuencias en que se mueven los Chapitô por ambos lugares. «Me parece que en nuestro país tenemos que explicar mucho más lo que hacemos y por qué lo hacemos que cuando cruzamos la frontera», reflexiona Nunes.
Ya más concretamente hablando de ‘Lear’, el desafío para la compañía es «cómo contar esta historia de una forma que siga siendo interesante y estimulante para la gente que la contempla». En ese sentido, «hay algo que es muy característico en la forma como trabajamos, que hace que simplifiquemos mucho la historia». Y aún más: «No hay mucha o no hay ninguna parafernalia en el escenario, las ropas que utilizamos son prendas cotidianas y el escenario es un espacio blanco o gris, sin muchos referentes cronológicos ni culturales. Desde ahí, desde esa zona sencilla, tenemos más libertad para crear».
Esto requiere un esfuerzo que, en su caso, es recibido como una bendición. «Somos tres actores, hacemos todos los personajes y pasamos por muchos lugares. Lo que hacemos es invitar al público a imaginarlo todo con nosotros, que usamos fundamentalmente nuestro cuerpo», asegura Nunes.
La cocina Chapitô se completa con un par de elementos igualmente significativos, «Siempre nos interesa trabajar con elementos de la cultura popular, es una estrategia para acercar a la gente esas obras clásicas. Además, el texto que declamamos es muy informal, con esos referentes cotidianos y de cultura popular que la gente conoce». Súmese alguna circunstancia más -«gran parte del trabajo de la compañía resulta de las circunstancias del momento de trabajo, de lo que pasa en la vida de cada uno»- y el resultado es una mueca de ligereza: «No nos preocupamos tanto con si hay una lógica o una dramaturgia».
En el caso de ‘Rey Lear’, además de los pilares clásicos de la narración (los conflictos intergeneracionales y el apego al poder), hay una especial preocupación por la brutalidad. «La violencia está en todas partes, es casi repugnante», lamenta una de las tres protagonistas del montaje. «Pero cuando lo reproduces en el teatro, el efecto es diferente: no es una piedra más encima de las otras piedras; es otro fenómeno». Entonces, aparece un camino, un horizonte y un objetivo: «Necesitamos espacios seguros donde puedas mirar y reflexionar sobre todas las formas de perversidad, de crueldad, de violencia. Porque cuando lo miras en el teatro no vas a salir a la calle con un deseo de ser violento o cruel».
Y, para rematar, un último toque ‘chapitesco’: «Cuando unes la comedia con la violencia o con la tragedia ocurre algo muy interesante. Porque la risa te permite comprender y procesar las cosas de una forma consciente, pero también de una forma más subliminal. Es una herramienta de liberación».
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