Tres días de destrozos en locales comerciales, coches con los cristales rotos y agresiones indiscriminadas en Torre Pacheco —un municipio de 40.000 habitantes en el centro de la huerta murciana que se extiende desde el río Segura al Mar Menor— se han saldado hasta ahora con 10 detenidos. La mayoría de los indicios apuntan a que los disturbios son consecuencia de un acto coordinado desde distintos sectores de ultraderecha —y en gran medida, desde fuera de la localidad— para llevar a cabo, en sus propias palabras, una “cacería” contra vecinos de origen inmigrante y encender la mecha del odio racista.
Agitar, como hace la ultraderecha, el odio a los inmigrantes termina dando lugar a episodios de violencia como los vividos en Murcia
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional
Agitar, como hace la ultraderecha, el odio a los inmigrantes termina dando lugar a episodios de violencia como los vividos en Murcia


Tres días de destrozos en locales comerciales, coches con los cristales rotos y agresiones indiscriminadas en Torre Pacheco —un municipio de 40.000 habitantes en el centro de la huerta murciana que se extiende desde el río Segura al Mar Menor— se han saldado hasta ahora con 10 detenidos. La mayoría de los indicios apuntan a que los disturbios son consecuencia de un acto coordinado desde distintos sectores de ultraderecha —y en gran medida, desde fuera de la localidad— para llevar a cabo, en sus propias palabras, una “cacería” contra vecinos de origen inmigrante y encender la mecha del odio racista.
A avivar el discurso anti-inmigración ha contribuido sin ningún género de dudas Vox, la tercera fuerza política en España, Murcia y Torre Pacheco. El PSOE murciano y Podemos han denunciado a José Ángel Antelo, líder regional de la formación ultraderechista y exvicepresidente del Gobierno autonómico, por delito de odio. El sábado, Antelo acudió a la localidad para insistir en el mensaje de su partido, que vincula inmigración con inseguridad, una relación que según los datos más fiables no existe. El líder nacional de Vox, Santiago Abascal, no solo no ha desautorizado a Antelo o condenado los ataques sino que ha responsabilizado de la violencia a las políticas migratorias de PP y PSOE.
España, desgraciadamente, no ha sido nunca del todo inmune a los estallidos racistas, especialmente contra la población gitana y más recientemente contra ciudadanos de origen magrebí. Pero esto es algo distinto. El salto está en el creciente uso de las redes sociales para la organización de los ataques xenófobos sea con el pretexto que sea: en este caso, los agitadores han querido disfrazar su llamamiento a la brutalidad de reacción a la paliza sufrida por un anciano el pasado miércoles y aún en fase de investigación.
En este contexto, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no solo han de responder a la violencia racista con la misma eficacia demostrada en el pasado contra otras clases de terrorismo callejero; también han de ser conscientes de la amenaza que supone el hecho de que internet permita la difusión —a una velocidad desconocida hasta ahora— de bulos xenófobos acompañados por imágenes manipuladas o directamente elaboradas con inteligencia artificial.
Sería ingenuo negar la realidad de lugares como Torre Pacheco, donde la principal fuente de ingresos es un sector agrícola basado en el empleo estacional y a veces precario que ha dado lugar, entre los hijos de inmigrantes, a un grupo de jóvenes nacidos en España que siempre han estado marginados. Hoy están además en la diana de los ultras.
Pero lo que demuestran los sucesos de Torre Pacheco es que la extrema derecha española —incluyendo a Vox, un partido que en Murcia ha tenido responsabilidades de Gobierno— está fomentando el odio a los inmigrantes para capitalizarlo políticamente. El hecho de que su éxito pueda ser por ahora limitado no lo convierte en menos grave. Bien al contrario, es una advertencia muy seria. Corresponde a las autoridades frenar esta deriva, vigilar potenciales disturbios y responder a sus organizadores con todo el peso de la ley. También trabajar para evitar que las bolsas de marginación sirvan además como pretexto para justificar una violencia que no tiene justificación alguna.
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