El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha extendido hasta el 1 de agosto la suspensión temporal de los aranceles recíprocos al tiempo que ha amenazado a varios socios, como la Unión Europea, México, Canadá y Japón, con tasas a sus productos aún más duras que los anunciadas el pasado 2 de abril. El nuevo aplazamiento es, en sí mismo, un reconocimiento de que negociar acuerdos comerciales lleva tiempo y que no es posible improvisar pactos sobre materias tan complejas. Pese a sus arengas, en este tiempo Trump apenas ha sido capaz de cerrar un acuerdo marco con el Reino Unido y otro con Vietnam. También ha suscrito un pacto provisional con Pekín que rebaja las cargas sobre las exportaciones chinas del 145% al 30% y sobre los productos estadounidenses del 125% al 10%. La elevada dependencia estadounidense de los minerales críticos de China debilita su posición negociadora, lo admita Trump o no.
Europa debe prepararse para un largo período de esta estrategia negociadora del presidente de EE UU
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional
Europa debe prepararse para un largo período de esta estrategia negociadora del presidente de EE UU

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha extendido hasta el 1 de agosto la suspensión temporal de los aranceles recíprocos al tiempo que ha amenazado a varios socios, como la Unión Europea, México, Canadá y Japón, con tasas a sus productos aún más duras que los anunciadas el pasado 2 de abril. El nuevo aplazamiento es, en sí mismo, un reconocimiento de que negociar acuerdos comerciales lleva tiempo y que no es posible improvisar pactos sobre materias tan complejas. Pese a sus arengas, en este tiempo Trump apenas ha sido capaz de cerrar un acuerdo marco con el Reino Unido y otro con Vietnam. También ha suscrito un pacto provisional con Pekín que rebaja las cargas sobre las exportaciones chinas del 145% al 30% y sobre los productos estadounidenses del 125% al 10%. La elevada dependencia estadounidense de los minerales críticos de China debilita su posición negociadora, lo admita Trump o no.
La Unión Europea ha decidido aplazar también sus medidas de represalia, que entraban este martes en vigor, con la esperanza de alcanzar un acuerdo en las próximas semanas. Eso sí, la nueva amenaza arancelaria del 30% ha caído como un jarro de agua fría en Bruselas, que paga una vez más el precio de la disparidad de intereses –según los productos afectados– entre los Veintisiete.
Por más que la retórica trumpista eleve la incertidumbre de empresas, consumidores y autoridades económicas, los mercados cada vez actúan con mayor calma ante las embestidas del mandatario republicano. Parecen esperar a ver qué medidas entran finalmente en vigor y dejar pasar las amenazas, lo que eleva el riesgo de que en ese momento se produzca una corrección mayor. Pero por ahora, Trump confía en que puede presionar con dureza en las negociaciones sin que la Bolsa ni el dólar le obliguen a medir con cautela sus pasos.
La estrategia de amenaza y aplazamiento tiene además un elevado componente interno. Trump busca trasladar a su base electoral la imagen de un presidente dispuesto a jugar duro para asegurar buenos acuerdos para EE UU. Y la estrategia le resultará rentable siempre que los consumidores no sufran sus consecuencias en forma de precios más altos, lo que puede empezar a materializarse en los próximos meses.
Con todo, la escalada no va a parar. Los nuevos objetivos parecen dirigirse contra productos concretos, como el cobre y los medicamentos. Pero también, por paradójico que parezca, hacia fines que nada tienen que ver con el comercio. Trump ha amenazado con un arancel del 50% a Brasil por llevar a juicio al expresidente y aliado trumpista, Jair Bolsonaro, por su papel en el intento de golpe de Estado en 2023. Ayer además anunció aranceles del 100% a Moscú si no pone fin a la guerra en Ucrania, pese a que Rusia y EE UU apenas tienen ya relación económica. Siempre es mejor evitar el conflicto, pero es así como el presidente de EE UU entiende la política internacional. Europa, como el resto del mundo, debe prepararse para este escenario de largo plazo.
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