<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>1. LA VUELTA E ISRAEL. </strong>Alguien tendrá que explicar el disparatado motivo por el que Israel compite en la Vuelta ciclista a España mientras su primer ministro <strong>Netanyahu mantiene a pleno rendimiento el genocidio contra los ciudadanos de Gaza</strong>. Imagino que las gentes del Comité Olímpico Internacional (COI) son conscientes del derrape, aunque el dinero les impulse más. La manera frívola en que silban como si nada ocurriera sonroja y ofende. ¿En qué momento alguien consideró oportuno que el deporte no contemplase la decencia? <strong>Aceptar al equipo israelí, propiedad de un empresario canadiense, es desentenderse de la verdad, desentenderse del mal, desentenderse del crimen</strong>. No es cuestión de política, sino de conciencia y de humanidad. Por eso la gente protesta. Y a saber por qué el COI ha puesto en riesgo la carrera y a los ciclistas. A saber. Deporte e indiferencia es una fea combinación. Qué oportuno volver a <i>La pasión de Fausto Coppi</i>, de William Fotheringham.</p>
Los responsables de la prueba máxima del ciclismo español ponen en riesgo la cita por la participación del equipo israelí / Putin y Xi quieren ser ‘autócratas’ toda la eternidad / ‘1936’ es algo más que teatro
1. LA VUELTA E ISRAEL. Alguien tendrá que explicar el disparatado motivo por el que Israel compite en la Vuelta ciclista a España mientras su primer ministro Netanyahu mantiene a pleno rendimiento el genocidio contra los ciudadanos de Gaza. Imagino que las gentes del Comité Olímpico Internacional (COI) son conscientes del derrape, aunque el dinero les impulse más. La manera frívola en que silban como si nada ocurriera sonroja y ofende. ¿En qué momento alguien consideró oportuno que el deporte no contemplase la decencia? Aceptar al equipo israelí, propiedad de un empresario canadiense, es desentenderse de la verdad, desentenderse del mal, desentenderse del crimen. No es cuestión de política, sino de conciencia y de humanidad. Por eso la gente protesta. Y a saber por qué el COI ha puesto en riesgo la carrera y a los ciclistas. A saber. Deporte e indiferencia es una fea combinación. Qué oportuno volver a La pasión de Fausto Coppi, de William Fotheringham.
2. INMORTALES. Como la inmortalidad no está al alcance de cualquiera, Putin y Xi Jinping se entregaron mutuamente unas confesiones íntimas deseándose vivir una eternidad. Fue durante uno de los actos por el 80º aniversario del fin de la II Guerra Mundial. Los dos aspiran a no morir nunca. Ese afán por perpetuarse oculta, irremediablemente, una vanidad gigantesca y un paternalismo terrible. No les basta con estar vivos aquí y ser lo que son ahora. Desconocen, como creía Marco Aurelio, que la vida sólo es una opinión. El problema de los autócratas (antesala del dictador) no es sólo el afán de perpetuarse, sino que desean hacerlo para reventar definitivamente el mundo después de llevarse la mejor tajada. Al final, pasa lo de siempre: quienes acumulan poder absoluto acaban desarrollando un enfermizo complejo divino y desde ahí arrasan con cualquier realidad que no se ajuste a su deseo. Putin y Xi intercambiaron intenciones sobre este asunto. No bromeaban porque no se consideran una sopa de átomos y partículas en continua evolución sin nosotros. Ellos van en serio. Quizá han leído El inmortal, de Borges.
3. VUELVE ‘1936’. Esta fue una de las piezas principales en las propuestas del teatro de este año de todos los demonios. Reventó en la primera puesta en escena y ahora vuelve a reventar las costuras de la taquilla. La gente la espera con entusiasmo. Dura cuatro horas y cuarto. El prodigio se prolonga un mes, del 12 de septiembre al 12 de octubre, en el Teatro Valle Inclán (Lavapiés, Madrid). Cuatro dramaturgos (Albert Boronat, Juan Cavestany, Andrés Lima y Juan Mayorga) despliegan cuatro miradas sobre aquello, cuatro maneras de abordar el desastre sanguinolento de la Guerra Civil, la complejidad de lo que ocurrió y el desastre de la dictadura franquista que salió de aquellos tres años y se mantuvo cuatro décadas. Dirige el excepcional Andrés Lima. No es un ajuste de cuentas, sino un ejercicio de integridad y de memoria, de respeto y de rechazo a la aberración. Más que teatro, que lo es y feroz, zarandea como un aquelarre necesario.
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