<p>Ser dibujante de cómics profesional no es un camino fácil, y tampoco garantiza la estabilidad económica, más bien suele ocurrir lo contrario. Si además se es <strong>una artista lesbiana, activista y comprometida</strong> con el colectivo, cuyo trabajo se enmarca dentro del underground norteamericano, la cuestión se complica todavía más. Pero Alison Bechdel (Lock Haven, EEUU, 1960) consiguió lo imposible: gracias a su autobiografía <i>Fun Home, </i>sobre sus complejas vivencias familiares, alcanzó el éxito masivo, el reconocimiento popular y el dinero suficiente para mantener una vida acomodada. Y ahora, ¿cómo gestiona eso una artista lesbiana, activista y comprometida?</p>
La dibujante de ‘Fun Home’ vuelve a la carga con ‘Consumida’, una novela gráfica rebosante de humanismo que explora con humor las contradicciones de la cultura ‘woke’
Ser dibujante de cómics profesional no es un camino fácil, y tampoco garantiza la estabilidad económica, más bien suele ocurrir lo contrario. Si además se es una artista lesbiana, activista y comprometida con el colectivo, cuyo trabajo se enmarca dentro del underground norteamericano, la cuestión se complica todavía más. Pero Alison Bechdel (Lock Haven, EEUU, 1960) consiguió lo imposible: gracias a su autobiografía Fun Home, sobre sus complejas vivencias familiares, alcanzó el éxito masivo, el reconocimiento popular y el dinero suficiente para mantener una vida acomodada. Y ahora, ¿cómo gestiona eso una artista lesbiana, activista y comprometida?
Algunas de estas preguntas intentan ser contestadas en su último trabajo, Consumida, publicado en España por Reservoir Books. En el libro, Bechdel explora la autoficción: la protagonista se llama igual que ella, también es una autora de cómics famosa, pero a partir de aquí la autora crea un juego especular distorsionado, transmutando su propia realidad por necesidades narrativas. Por ejemplo, la Bechdel del cómic no es conocida por el test de Bechdel, una prueba para evaluar la brecha de género en la ficción que nació como un gag más en las páginas de su serie Unas bollos de cuidado.
La popularidad del test convirtió su nombre en una pieza más de la cultura popular de todo el mundo. Le preguntamos por videoconferencia si todavía la siguen conociendo por ello: «Sí, la gente me sigue preguntando por el test, aún me resulta extraño que se hiciera tan conocido. En este libro me divertí explorando esa cosa tan rara de ser una autora de cómics famosa. Mucha gente diría que un autor de cómic famoso es una especie de oxímoron, la verdad es que nunca me he tomado muy en serio el tema».
Pero la fama de Bechdel volvió a catapultarse cuando Fun Home se convirtió en un musical de Broadway de rotundo éxito. En el cómic, su personaje sufre con la adaptación televisiva de una de sus obras que resulta ser un disparate: «He tenido mucha suerte porque el musical funcionó muy bien. Cedí todos los derechos, así que si hubiera salido mal, ¿qué hubiera pasado? En Consumida pude explorar eso: la adaptación es un desastre y disfruté con las quejas de mi personaje. ¡Ha habido gente me ha preguntado que no sabía que había hecho la serie!». Lo que sí está en el aire es la versión cinematográfica de Fun Home, pero Bechdel puntualiza: «¡En realidad es una adaptación del musical, así que el resultado me preocupa menos! Pero si te soy sincera, no sé en qué estado se encuentra».
Todo este éxito profesional genera dinero. Las contradicciones existentes entre sus convicciones y el estado de su cuenta bancaria también se exploran en Consumida. Mariner, su editorial habitual, pertenece ahora a un gran conglomerado editorial: «Fue comprada por Harper Collins, que pertenece a Rupert Murdoch. El público no sabía esto, pero sí quise que a la protagonista del cómic le pasara algo parecido. Al igual que a ella, me ofrecieron mucho dinero, pero también he trabajado con mi equipo habitual y he llegado a más gente. Fue un sacrificio personal».
Bechdel realiza generosas donaciones para diversas causas sociales, pero las cuestiones acerca de su relación con el dinero son tan importantes que fueron el germen original del libro: «Me siento un poco mal con esto. De verdad intenté tratar seriamente el tema del dinero, pero no soy una filósofa, dibujo cómics y resultó que hice una comedia. Así que intenté que mis personajes fueran honestos: la Alison del libro compra cosas en Amazon y se siente fatal; es muy complejo extraerse del capitalismo en el mundo que vivimos».
Finalmente el cómic se convirtió en una especie de reunión de viejos amigos activistas, solo que estos amigos tampoco son reales, sino los personajes de Unas bollos de cuidado: «¡No estaba planeado, aparecieron! Me preguntaba cómo habían envejecido. Adoro a esta pandilla y es una capa extra de significado para los que conozcan la serie. Con ellos podía explorar las contradicciones de vivir una vida acomodada y seguir estando implicado en lo que crees, también cómo nos relacionamos con las generaciones más jóvenes del colectivo, porque han tenido descendencia».
Consumida rebosa humor y optimismo, y el dibujo de Bechdel resulta entrañable, pero el panorama actual en Estados Unidos no invita al entusiasmo: «Lo entregué antes de las elecciones de 2024. Me gusta pensar que cuanto peor van las cosas, más oportunidad tenemos para resistir. Hay protestas, pero necesitamos más cohesión, aparcar diferencias e intentar salvar la democracia, porque está amenazada. Cuando salí del armario y empecé a estudiar sobre la historia del movimiento gay en la República de Weimar, pensé: ‘Bueno, esto no volverá a pasar, no van a volver los nazis’. Fui ingenua, no solo podemos ir hacia atrás, sino que lo estamos haciendo. Y lo peor es que el odio es fabricado, nos gobiernan genios del mal cuyo objetivo es enfrentarnos a unos contra otros».
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