En los pasillos de «La Promesa» empieza a notarse un cambio de aire. Y no es casualidad. Luis Maesso acaba de incorporarse al reparto para dar vida a Beltrán de Azcárate, un personaje cargado de secretos, encanto y un pasado que amenaza con remover las emociones (y las alianzas) de la familia Luján. Su llegada marca un antes y un después en la recta final de la cuarta temporada, y ya hay quienes hablan de él como el nuevo gran eje de la trama.
Beltrán entra en escena como el gran amigo de Jacobo, pero su verdadera función en la serie va mucho más allá de una simple visita. Conecta de inmediato con Ángela, con quien comparte más de lo que parece, y despierta las alarmas de Leocadia, que ve en él una tabla de salvación para evitar la boda entre su hija y el capitán Lorenzo. Desde el primer encuentro, se intuye que este joven no ha llegado al palacio para pasar desapercibido.
La interpretación de Maesso ha sido recibida con entusiasmo por los seguidores de la exitosa serie de RTVE, que rápidamente han detectado su carisma en pantalla. El actor madrileño, aunque todavía poco conocido por el gran público, cuenta con una sólida trayectoria en el teatro musical y en la televisión, con participaciones en producciones como «Maricón Perdido», «La Templanza» o «Los Pacientes del Doctor García». Pero es ahora, con «La Promesa», cuando su nombre empieza a resonar con fuerza.
La historia personal de Beltrán también aporta una nueva dimensión a la narrativa: heredero de una fortuna minera que se desvaneció con su padre, llega al palacio con la lección bien aprendida: «Ni la vida ni la fortuna están aseguradas para siempre», confiesa durante una conversación que deja pensativa a toda la familia. Este tipo de frases, cargadas de lucidez, lo convierten en una figura atípica en medio del juego de poder y apariencias.
Además, el joven no tardará en verse atrapado en un triángulo amoroso que amenaza con fracturar la precaria estabilidad emocional de los personajes. Su cercanía con Ángela, su nobleza y su honestidad chocarán de frente con las ambiciones y manipulaciones que rodean a la familia. Y por si fuera poco, deberá enfrentarse a una petición imposible por parte de Leocadia: sacrificar su relación para casar a la joven con quien no ama.
Luis Maesso entra con fuerza en la recta final de temporada, encarnando a un personaje con encanto, heridas del pasado y una misión que alterará el destino de los protagonistas
En los pasillos de «La Promesa» empieza a notarse un cambio de aire. Y no es casualidad. Luis Maesso acaba de incorporarse al reparto para dar vida a Beltrán de Azcárate, un personaje cargado de secretos, encanto y un pasado que amenaza con remover las emociones (y las alianzas) de la familia Luján. Su llegada marca un antes y un después en la recta final de la cuarta temporada, y ya hay quienes hablan de él como el nuevo gran eje de la trama.
Beltrán entra en escena como el gran amigo de Jacobo, pero su verdadera función en la serie va mucho más allá de una simple visita. Conecta de inmediato con Ángela, con quien comparte más de lo que parece, y despierta las alarmas de Leocadia, que ve en él una tabla de salvación para evitar la boda entre su hija y el capitán Lorenzo. Desde el primer encuentro, se intuye que este joven no ha llegado al palacio para pasar desapercibido.
La interpretación de Maesso ha sido recibida con entusiasmo por los seguidores de la exitosa serie de RTVE, que rápidamente han detectado su carisma en pantalla. El actor madrileño, aunque todavía poco conocido por el gran público, cuenta con una sólida trayectoria en el teatro musical y en la televisión, con participaciones en producciones como «Maricón Perdido», «La Templanza» o «Los Pacientes del Doctor García». Pero es ahora, con «La Promesa», cuando su nombre empieza a resonar con fuerza.
La historia personal de Beltrán también aporta una nueva dimensión a la narrativa: heredero de una fortuna minera que se desvaneció con su padre, llega al palacio con la lección bien aprendida: «Ni la vida ni la fortuna están aseguradas para siempre», confiesa durante una conversación que deja pensativa a toda la familia. Este tipo de frases, cargadas de lucidez, lo convierten en una figura atípica en medio del juego de poder y apariencias.
Además, el joven no tardará en verse atrapado en un triángulo amoroso que amenaza con fracturar la precaria estabilidad emocional de los personajes. Su cercanía con Ángela, su nobleza y su honestidad chocarán de frente con las ambiciones y manipulaciones que rodean a la familia. Y por si fuera poco, deberá enfrentarse a una petición imposible por parte de Leocadia: sacrificar su relación para casar a la joven con quien no ama.
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