<p>Una mujer mayor desaparece y deja a su familia sumida en el desconcierto. Ello desencadena un reencuentro lleno de tensiones, secretos y cuentas pendientes. En torno a ese velatorio figurado se construye la nueva obra de <strong>Elisabeth Larena</strong>, que <strong>debuta como dramaturga y directora</strong> con un retrato generacional sobre la memoria, los silencios y la necesidad de romper con lo heredado. El <strong>Palacio Valdés de Avilés</strong> acoge el estreno con dos funciones, <strong>hoy y mañana</strong>, dentro del ciclo <strong>EscenAvilés</strong>.</p>
La actriz Elisabeth Larena debuta como dramaturga y directora en dos funciones con una historia sobre memoria, libertad y herencias emocionales en la familia
Una mujer mayor desaparece y deja a su familia sumida en el desconcierto. Ello desencadena un reencuentro lleno de tensiones, secretos y cuentas pendientes. En torno a ese velatorio figurado se construye la nueva obra de Elisabeth Larena, que debuta como dramaturga y directora con un retrato generacional sobre la memoria, los silencios y la necesidad de romper con lo heredado. El Palacio Valdés de Avilés acoge el estreno con dos funciones, hoy y mañana, dentro del ciclo EscenAvilés.
Larena –conocida como intérprete en Cuéntame cómo pasó o No matarás, entre otros- se coloca ahora al otro lado y da un paso al frente con una pieza íntima que habla de los vínculos familiares, la herencia emocional y la necesidad de romper con todo aquello que nos impide avanzar.
«Conociendo nuestra historia y de dónde venimos podemos entender lo que nos pasa. Lo no dicho, lo oculto y la herencia emocional es lo que nos marca»
Protagonizada por artistas de la talla de María Galiana, Nieve de Medina o Alicia Armenteros, la obra transcurre en torno a un velatorio familiar donde lo que no se dice pesa más que las propias palabras. «Conociendo nuestra historia y de dónde venimos podemos entender lo que nos pasa. Lo no dicho, lo oculto y la herencia emocional es lo que marca a estos personajes», explica Larena.
Desde ese punto, el texto se mueve entre el humor, la ternura y el desgarro, hurgando en lo cotidiano. El título funciona como una promesa de libertad. «Qué significa Francia es la pregunta que se hace al espectador», dice Larena. «Para cada uno de los personajes de esta historia, Francia es algo diferente. Para mí es esa idea, ese lugar, donde cada uno se imagina siendo libre«. De este modo esa Francia simbólica podría ser un país, claro, pero también una infancia, una persona o una posibilidad de volver a empezar. En la obra los personajes buscan salir de aquello que les oprime, pero no siempre tienen claro hacia dónde ir.
La escenografía es sobria, reforzando la sensación de duelo suspendido en el tiempo, y la obra deja que el público se reconozca en aquello que no llega a decirse.
Larena reconoce que encarar su primer texto como directora fue un ejercicio de desapego: «Mi ayudante de dirección, Javier López Patiño, me dijo que lo afrontara como si alguien distinto lo hubiera escrito«, cuenta. «Es el mejor consejo que me han dado. Hay que alejarse para poder verlo de nuevo».
Para dar vida a Pilar, la matriarca cuya decisión desencadena la trama, Larena confió en una actriz de referencia del teatro y la televisión española que regresa ahora a Avilés tras otros montajes destacados. Sobre el trabajo con María Galiana, la directora destaca su precisión y su inteligencia emocional: «Es una actriz de cabeza fría. Cuestiona primero y luego transmite. Lo que realmente aporta a Pilar es una cercanía con el público que un personaje tan cuestionable necesita«. Esa mezcla de rigor y humanidad convierte a Pilar en el eje moral y sentimental del montaje, una figura que invita al espectador a revisar sus propias lealtades y ausencias.
Es un hecho emocionante para Larena presentar su primera obra como autora y directora en el Teatro Palacio Valdés, dentro del programa EscenAvilés. «Estoy especialmente orgullosa de haber puesto esta obra en pie porque ha sido un reto para mí. Realmente, lo que espero que el público se lleve del teatro es la sensación de haber pasado un buen rato y de haberse emocionado por momentos», explica con entusiasmo.
Con su Francia particular, Larena propone un viaje emocional que parte del duelo y desemboca en la libertad. La obra invita a preguntarse qué significa para cada uno encontrar ese espacio donde poder empezar de nuevo.
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