<p>Como en la trayectoria de cualquier superhéroe, en la de <strong>Jorge Jiménez</strong> también hay una epifanía. Se produjo hace década y media. Él tenía veintipocos años y cursaba 3º de INEF. Su vida parecía encaminada a la docencia en chándal. Hasta que sucedió lo imprevisto. El joven que se había pasado buena parte de su niñez con un lápiz en la mano vio la serie <i>Naruto</i>, adaptación animada del manga <i>revientarécords</i> de <strong>Masashi Kishimoto</strong>. Sufrió entonces una crisis existencial. No está confirmado que se imaginase al borde de la jubilación preguntándose <i>what if? </i>Pero sí que en las aventuras del ninja rubio encontró la inspiración para volver a dibujar e intentar vivir de su arte.</p>
El dibujante Jorge Jiménez y el colorista Tomeu Morey, granadino y mallorquín, firman con el guionista Matt Fraction el histórico renacer del hombre murciélago. Han vendido 500.000 ejemplares del primer número.
Como en la trayectoria de cualquier superhéroe, en la de Jorge Jiménez también hay una epifanía. Se produjo hace década y media. Él tenía veintipocos años y cursaba 3º de INEF. Su vida parecía encaminada a la docencia en chándal. Hasta que sucedió lo imprevisto. El joven que se había pasado buena parte de su niñez con un lápiz en la mano vio la serie Naruto, adaptación animada del manga revientarécords de Masashi Kishimoto. Sufrió entonces una crisis existencial. No está confirmado que se imaginase al borde de la jubilación preguntándose what if? Pero sí que en las aventuras del ninja rubio encontró la inspiración para volver a dibujar e intentar vivir de su arte.
Jiménez (Cádiar, Granada, 1986) es hoy una megaestrella en el circuito comiquero americano. Acaba de enlazar la San Diego Comic-Con Málaga (SDCCM) con la Comic-Con de Nueva York con la naturalidad de quien hace un transbordo en el metro. Y con idéntico recibimiento a lo grande. «Te juro que no se me va a olvidar», cuenta de su reciente paso por la Costa del Sol. «Había muchísimo fandom de Andalucía. Y no sólo en los paneles, sino en las firmas. A raíz de la publicación de Superman en Granadamucha gente me puso cara y eso se notó», explica acerca de la historia que escribió y dibujó para el volumen colectivo Superman El mundo (DC/Panini). En su portada, el hombre de acero toca tierra en el Mirador de San Nicolás, con la Alhambra al fondo y un guitarrista flamenco a la altura de sus pinreles.
En realidad, el alpujarreño se presentaba esos días en Málaga no tanto como uno de los poquísimos españoles que han abocetado la silueta imponente del hijo de Krypton. Lo hizo sobre todo como el autor que ha protagonizado el acontecimiento viñetero del año en Estados Unidos: el renacer de Batman. Su trabajo junto al guionista Matt Fraction ha supuesto un hito en la historia de la franquicia del hombre murciélago. Batman #1 -el número del relanzamiento- despachó más de 500.000 copias en las dos semanas posteriores a su publicación a principios de septiembre y ha obligado a hacer una segunda impresión. Por supuesto, se trata del tebeo más vendido en EEUU en lo que llevamos de curso.
«Aún no me lo creo», admite Jiménez por teléfono. «Era algo que sólo se había hecho tres veces anteriormente. Soy consciente de que Batman, por el hecho de ser Batman, no por mí ni por nadie, es históricamente la serie de superhéroes más vendida en EEUU junto a Spiderman y alguna otra serie que se dispara de vez en cuando. Sabía también que al comenzar con una nueva numeración iba a tener repercursión… pero se nos ha ido de las manos. Estamos abrumados con la respuesta de los lectores. Para mí, ha sido un honor. Probablemente termine siendo el trabajo más importante de mi carrera», añade para quien el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger es lo contrario a un extraño. Su relación con el millonario Bruce Wayne y su álter ego enmascarado arrancó en marzo de 2020 de la mano de James Tynion y fue una las etapas más celebradas del Batman moderno. Un reconocimiento comparable con el que obtuvo a partir de 2023 con Mecanismo de seguridad (Panini) y al lado del guionista Chip Zdarsky.
En su tercer acercamiento al justiciero ha decidido recuperar parte de las esencias que lo auparon a la categoría de icono pop. Empezando por el traje de licra azul y gris de los años 70 en lugar del negro que estandarizó la película de Tim Burton (1989) y siguiendo con un carácter más empático que el atormentado con el que le dotó Frank Miller a principios de los 2000.
«En cada etapa he intentado aportar algo nuevo, y en ésta estaba como obligado a que se viera diferente, fresco, y no era fácil. Me apetecía bajarlo un poco a la calle, hacerlo un poco más realista, presentar a un tipo humano que se la va jugando y al que si disparan o golpean le duela», matiza Jiménez. Y añade: «Matt y yo coincidimos en la idea de darle un poco de color. Es verdad que Batman es El caballero oscuro, siempre lo ha sido, pero ha tenido épocas en las que su estética y la de Gotham han sido un poquito más coloridas. Hemos creído que después de varios años de gris y negro y una ciudad tan oscura y dramática había que dar un giro».
A Fraction (Chicago, 1975) no hace falta tirarle mucho de la lengua para que señale lo que echaba de menos del personaje de DC tras sus muchas reinvenciones. O, mejor dicho, para que comparta lo que detestaba del hombre murciélago blindado por dentro y por fuera de las últimas décadas. «Estaba harto de la armadura», admitía en Málaga. «Quería entender por qué la gente vive en Gotham cuando da la impresión de que no puedes salir a la calle sin ponerte la vacuna contra el tétanos o de que la ciudad entera parezca una fábrica húmeda en la que saltan chispazos por todas partes. Quería escribir un cómic de Batman que un niño pudiera leer y flipar con los colores y la potencia visual. Quería volver a la esencia del personaje: la de un superhéroe».
El tono clásico -no confundir con vintage– que ha fascinado a más de medio millón de lectores se traduce tanto en escenarios urbanos por fin alejados de la Transilvania con rascacielos a la que había quedado reducido el hábitat de Batman como en la posibilidad de intercalar los naranjas de un atardecer entre tanta lluvia y neblina gótica. Un reencuadre al que está contribuyendo decisivamente el colorista Tomeu Morey (Palma de Mallorca, 47 años). «Es una piedra angular del proyecto. Merece todo el reconocimiento», pone en valor a su colaborador desde la etapa con Zdarsky.
«Fíjate cómo está el mundo que incluso Batman necesita un poco de color. Era el momento de colorearlo para darle algo de luz y esperanza a la gente», se anima Jiménez a psicoanalizar una era en la que los villanos parecen haber tomado el control en la vida real. «Quizá el dark Batman tenía sentido como elemento aterrador en un momento en el que todo era correcto, feliz y seguía un curso más o menos lineal, a pesar de algunas notas discordantes. Ese Batman oscuro era muy molón. Pero en un mundo que se ha vuelto sombrío a varios niveles, el hecho de que los superhéroes aporten un poco de color ayuda. Por eso también creo que la película Superman [dirigida por James Gunn] ha tenido tanto éxito de crítica y la gente la ha recibido tan bien, sobre todo en Estados Unidos. Como se dice en la película, el nuevo punk consiste en ser amable, educado y ayudar a los demás. Lo rebelde ahora es eso».
Fraction, que se agarró del cuello del vengador cuando con apenas tres años leyó su primer cómic (Batman #316) y ya no se soltó, alguien que es capaz de ver la biografía de éste como un folio en blanco para contar historias de terror, drama criminal, suspense, romance o aventura, coincide en el análisis. «Personalmente, estoy cansado de los antihéroes. Los que me gustan son los antivillanos. Denme tipos haciendo cosas malas a gente peor.Eso es lo que quiero. Quiero ver a alguien sacrificarse por los demás. Quiero creer que la gente aún es capaz de ayudar a alguien que no conoce. Nunca ha habido un mejor momento para reivindicar todo esto. Batman es como un diamante con varias aristas. Jorge y yo simplemente hemos potenciado ésta en concreto».
El Batman de Fraction, Jiménez y Morey llegará a España en primavera de la mano de Panini. Sondeamos al guionista por qué Batman sigue fascinándonos tanto todavía, con independencia de sus sucesivas metamorfosis, de cambios de armario y de convulsiones geopolíticas. «Creo que se debe a dos factores, uno que apela a lo profundo y otro, a lo superficial», desarrolla. «La respuesta fácil es que necesitamos y queremos creer que lo mejor de nosotros luchará por el resto de la humanidad pase lo que pase; que en un mundo de dioses y monstruos una persona normal hará siempre lo correcto, ya sea el Conde de Montecristo… o Batman». Y remata: «Por otro lado, Batman es alguien corriente. No tiene poderes ni es un genio. Es simplemente un tipo más. Lo que nos gusta de él es que tiene el disfraz más pintón, el coche más impresionante, la mansión más exclusiva, el escondite secreto más impresionante, los gadgets más ocurrentes… Es un cómic perfecto. Las películas nunca han llegado a igualar lo que muestran los cómics, y eso que las películas son estupendas y a la gente le encantan».
Jiménez cuenta que el renacimiento del centinela no va a ser una excusa para la experimentación vacua. Los fans pueden estar tranquilos: la sombra que se mueve entre edificios con un casco, un chaleco antibalas y una cuerda «pero con una determinación, preparación y fragilidad que conectan con cualquiera» quedará al margen de situaciones poco honrosas. «Hombre, no vas a poner a Batman a bailar o a partirse de risa», bromea. «Tiene que actuar como un director de teatro. Jugar con el miedo para aterrorizar a los malos. Ese tipo de cosas son esenciales en el personaje y hay que mantenerlas».
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