Portavoces del muerto

Se habrán enterado: el miércoles pasado murió Robe Iniesta, e incluso a los que no fuimos devotos de Extremoduro nos arrancaron algo. Porque siempre había un novio, una amiga o un tío para quienes sus canciones eran como el catecismo. Porque todos recordamos fiestas que cerraban con Salir en las que hasta los indies más estirados acababan gritando el estribillo. Porque no hay agenda de adolescente de los 2000 que no tenga una estrofa de Extremoduro escrita en alguna parte. Porque es imposible escuchar el arranque de Si te vas y no emocionarse un poco con ese “se le nota en la voz / por dentro es de colores”.

Seguir leyendo

 Una de las consecuencias de la polarización es que hay a quienes les parece un demérito que la obra de un artista sea transversal   EL PAÍS

Noticias Similares